La Bella Dona al borde del precipicio (Foto: ib3tv.com) |
En el corazón de la cordillera situada a lo largo de la costa noroeste de la isla de Mallorca, en la Serra de Tramuntana, se halla un profundo desfiladero que hace siglos fue el escenario de una historia que ha sobrevivido hasta nuestros días, generación tras generación, haciendo que la nostalgia y la tristeza por el amor perdido inunde el alma de toda persona, residente o extranjera que lo visita.
Esta leyenda es conocida como la del Salt de la bella dona, que en mallorquín significa el salto de la bella mujer. Tal vez el paso de los años, las creencias religiosas y la sociedad, hayan variado el contexto de esta leyenda en algunos de sus aspectos; pero la esencia de antaño todavía permanece presente mientras escuchamos el relato de la bella doncella que cayó al vacío, a manos de su celoso prometido...
Cuentan las gentes de antaño, que en una pequeña aldea cercana al camino que unía la población de Inca con el Santuario de Lluc, vivía una hermosa joven. Tan hermosa que su amado sentía celos de todo hombre que quedaba maravillado con su belleza.
Era una muchacha muy devota de la Virgen de Lluc, hasta tal punto que siempre que le era posible, visitaba su santuario para poder rezar ante los pies de su efigie.
Cansado ya de sentir su corazón amenazado por los celos y los halagos de los demás hombres de la aldea, propuso a su amada visitar el santuario al día siguiente. Una idea que muy alegremente ella aceptó sin dudar.
Al amanecer del nuevo día, cargaron víveres y provisiones en las alforjas de su asno y comenzaron la lenta subida hasta el santuario. Poco a poco, el cansancio hacia mella en ambos y decidieron hacer un alto en el camino, junto al desfiladero de Es Grau, desde el que se podía divisar toda la planicie de Es Raiguer de la isla, de este a oeste.
Cuando ella estaba asomada al precipicio, en un arrebato de celos y rabia, el joven se acercó por detrás y la lanzó al vacío de un empujón. Los gritos de desesperación de la chica retronaban en las paredes de la montaña, mientras caía hacía una muerte irremediable.
Sin mediar palabra, al dejar de escuchar los gritos de terror de su amor, comenzó a caminar de vuelta a la aldea. A cada paso que daba, la sensación de tristeza y arrepentimiento iban en aumento dentro de su ser. Su sufrimiento llegó a ser tal, que continuó el camino hacia el santuario para pedir perdón a la virgen por su acto atroz y cobarde.
Imagen aérea del acantilado (Foto: foracorda.com) |
Cual fue su sorpresa, que al entrar en la capilla del oratorio encontró a su prometida arrodillada a los píes de la estatua de la virgen. Sin pensarlo, corrió hacia ella y la abrazó fuertemente pidiendo perdón. Mirándole fijamente a los ojos, le perdonó y le abrazó. Incluso la propia imagen de la virgen levitó frente a ellos, haciéndoles entender que ella también le había perdonado. La feliz pareja regresó a su hogar, dejando atrás los celos y la amargura hasta el fin de sus días.
Actualmente, hay varias versiones de la historia. Incluso una versión pagana cuenta que la joven tenía un amante, el cual era una deidad alada encarnada en un ser humano, y que voló desde la aldea al escuchar sus desgarradores chillidos para rescatarla de aquella mortal caída, dejándola sana y salva junto a una cueva donde la imagen de una diosa pagana era protegida y venerada durante siglos. Esta cueva es conocida como Sa cova d´es Salt, la cueva del salto, y todavía se puede visitar.
No son pocos los turistas y residentes que cada día transitan por la carretera MA-213 que va desde la localidad de Inca hasta el Santuario de Lluc, y se detienen para fotografiar el maravilloso paisaje que se observa desde el desfiladero, el cual está situado dentro del término municipal de Escorca.
Algunas personas creen que esta historia es real, pero que ninguna mano o influencia divina tuvo que ver en el milagro de esta suceso, pues bajo el desfiladero había una frondosa arboleda que podría haber detenido su caída, y a partir de ese momento la joven habría caminado hasta el santuario para dar gracias a la virgen por haberla salvado.
Aunque debo decir, que muchos testigos alegan haber visto a una joven de cabellos dorados y tez blanquecina, ataviada con un vestido claro que les observaba llorando durante la puesta del Sol, y cuando se acercaban para preguntarle si necesitaba ayuda, se desvanecía ante sus ojos dejando únicamente tras de sí, un rastro de perplejidad, temor e incertidumbre.
Incluso el propio autor de este artículo, detiene su marcha durante unos instantes junto a este mágico enclave como respeto hacia la bella doncella. Tal vez sea sugestión o el mero hecho de conocer la historia del lugar, pero en más de una ocasión, y en plena madrugada, las sombras de la noche parecen confabularse para hacer aparecer de reojo, la silueta femenina de una mujer que solo se deja ver por un instante, y desaparecer de nuevo bajo la luz de la luna llena estival.
Sea como fuere, se desconoce con certeza que este relato haya sido basado en un suceso real. Lo que sí se puede confirmar es que todo aquel que conoce la historia y visita esta zona de la isla, un escalofrío recorre su espalda haciéndole recordar que posiblemente una hermosa joven cayó al vacío por un acto mezquino y cobarde, pues la altura del salto de la bella mujer, no deja a nadie indiferente.