Amado Carbonell Santos
Seguramente muchos de nuestros lectores conocerán la
historia de la 2ª Guerra Mundial, y de cómo el partido Nacional Socialista Alemán,
llevado al poder del gobierno Alemán por Adolf Hitler, invadió gran parte de
Europa, siendo conocida como una de las peores contiendas de la época moderna.
Para la gran mayoría de personas la invasión nazi fue un
horror tan solo descriptible por las imágenes recogidas por los reporteros del
frente, pero no fue así para todos, en un pequeño pueblo de origen germánico del
Tirol del Sur, situado en la zona de la Val Venosta italiana.
Su nombre: Curon.
Durante los inicios de la 2ª Guerra Mundial, la frontera de
Oster y Val Venosta fue una zona de conflicto feroz, pero no a causa de la
invasión alemana, sino más bien a causa del trato que recibían los residentes
de Curon Venosta por parte del líder italiano Benito Mussolini.
La historia nos cuenta que el movimiento fascista comenzó su
andadura en la capital italiana, Roma, pero realmente no fue así, el fascismo
de Mussolini dio sus primeros pasos en el pueblo de Curon, prohibiendo a sus
vecinos el poder comunicarse con su idioma natal (Alemán), la imposibilidad de
realizar trabajos para llevar comida a sus hogares, e incluso la libre elección
de que ropajes vestir… todo ello orquestado para que fuesen un gran ejemplo a seguir por los italianos.
Desde el alzamiento de Fascismo, en 1921, Curon sufrió la
penuria y la crueldad, viendo como sus gentes se empobrecían a pasos
agigantados, sin siquiera tener una pequeña luz al final del túnel que les
diera una esperanza de salir de aquella agonía perenne, donde además, la
seguridad del pueblo se veía amenazada por la construcción de una presa que
contendría el cauce de los ríos Adigio, Rojenbach y karlinbach, creando de ese
modo un lago artificial inundando todas las construcciones y viviendas.
El rayo de esperanza llegaría en 1943 con la invasión
alemana sobre Italia, para los habitantes de Curon fue una liberación y un
renacimiento; los habitantes pudieron volver a hablar en alemán, se les dio
trabajo, y lo más importante, se detuvieron las obras de la presa, aunque tras
la llegada de los aliados y el fin de la 2ª Guerra Mundial en 1945, se habló de
reiniciar las obras del embalse de Curon, creando así la presa más grande de
Europa en aquella época, por supuesto sin tener en cuenta las consecuencias,
los habitantes del pueblo se vieron obligados a marcharse por la fuerza, y a
vivir en casas pre-fabricadas, algunos de los más ancianos del lugar se negaron
a abandonar sus casas, observando como el agua anegaba de manera imparable sus
hogares.
El gobierno italiano, trato de convencer a la población de
que esa presa se construía en nombre del progreso (Cuanto daño ha hecho esta
frase) y de las nuevas energías para hacer más grande a Italia, pero se dieron
cuenta de que era más barato comprar energía de origen atómico, que generarla
en la turbinas de la presa de Curon, quedando el proyecto, la presa y el
pueblo, ya sumergido, totalmente olvidados.
Ahora bien, la leyenda de Curon comienza con el hecho de que
los alemanes que residían en aquellas viviendas que ahora yacen bajo las aguas,
fueron desplazados y prácticamente
ignorados por el gobierno italiano, que permitió la construcción de un segundo núcleo
urbano junto al lago, ahora conocido como Lago de Resia, y que está en gran
parte habitado por familias italianas y alemanas.
La maldición de Curon, aparte de las otras historias y
leyendas que se cuentan sobre las montañas y valles del Tirol desde hace
siglos, se basa en el odio de los residentes alemanes, sobretodo de los
residentes de la región de Ober y descendientes de los desplazados de Curon, a
través de ritos ancestrales que engloban ritos de magia oscura, invocaron a los
espíritus de los antiguos residentes de Curon, para ser convertidos en seres
denominados “Doppelgangers”, figuras de índole similar al Krampus (demonio del
folklore alpino), obligándolos a salir de las profundidades del lago, con
aspecto similar a los de los actuales residentes del nuevo Curon, erradicándolos
y dejando el pueblo totalmente desierto, facilitando de este modo una segunda
ocupación alemana, como castigo a los hechos atroces realizados por los
italianos en el pasado, y que de los cuales, solo queda la torre del campanario
de la iglesia de Curon como testigo de aquel suceso, emergiendo como un lamento
de agonía que reclama justicia.
Por supuesto, la maldición de Curon no es más que una de
muchas leyendas que rondan la cultura del lago de Resia, pero ya se sabe que
cuando el rio suena…
Fuentes:
-www.culturaocio.com: La maldición del campanario de Curon.
-www.elpais.es: Curon, el pueblo para el que Hitler fue un
santo.
-www.venosta.net:
Il campanile sommerso nel lago di Resia
Buenas noches, le felicito por sus investigaciones, tiene mucho material rico pareciendo que es usted un Iniciado, pero en otros veo que se fue por los cerros de Úbeda como es con el NS de la Alemania de AH, aunque “¿Hitler en la Antártida?” me pareció excelente artículo. Saber quién es quién en este momento crucial del juego se hace indispensable para no perderse uno en el laberinto de espejos y conducir a otros hacia el mismo destino.
ResponderEliminarNo importa lo tome en cuenta, es una simple critica de alguien que tropezó muchas veces pero que al final encontró, y al igual esta en constate aprendizaje con sus aciertos y errores.
El GM nos dice, “Las cosas son como son y no como nos gustaría que fuesen”, y cuanta razón tiene.
Le felicito de nuevo por el blog y espero se anime a compartir mas investigaciones.
Atentamente,
OSan