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José María Ibáñez.

lunes, 2 de julio de 2012

COMBUSTIÓN HUMANA ESPONTÁNEA

RAÚL NÚÑEZ


Quizás uno de los fenómenos más difíciles de estudiar sea el llamado de COMBUSTIÓN HUMANA ESPONTÁNEA (CHE) su definición es simple, ya que se puede decir que es "un daño causado al cuerpo humano, parcial o total, por un fuego cuyo origen aún no se puede determinar con certeza".

Restos del Dr. J. Irving Bentley
Año 1966
(Foto: Archivo Raúl Núñez)
El primer caso de muerte atribuida a la Combustión Humana Espontánea (CHE) con fecha conocida ocurrió en 1725. El caso fue recogido por el francés Jonas Dupont en el libro "De Incendiis Corporis Humani Spontaneis" (Sobre el fuego espontáneo en el cuerpo humano). Dupont se inspiró en el caso de un hombre que fue juzgado por el asesinato de su mujer. La víctima, Nicolle Millet, había sido hallada quemada en una silla que permaneció indemne. Durante el juicio, un joven cirujano llamado Nicholas de Cat convenció al jurado de que la muerte de la mujer era un caso CHE. El acusado fue declarado inocente y el jurado dictaminó que la mujer había muerto "por la visitación de Dios". Existen detractores de este caso, incluso escritos del escritor Joe Nickell quien contradijo el dictamen, pero el caso de la señora Millet pasó a la historia como CHE.

Este fenómeno tiene una gran repercusión en los siglos XVIII y XIX. Charles Dickens se sintió fuertemente atraído por este tema. En su obra "La casa desierta" escrita en los años 1852 y 1853 hace una descripción muy rigurosa de la muerte del protagonista "el malvado Krook" ya que el escritor estaba muy bien informado por haber seguido de cerca este fenómeno.

En el libro de Job este fenómeno es tratado como "un castigo divino", aunque para otras personas es simplemente otra de las tantas "supersticiones" que acompañan al ser humano en su andar. Oficialmente la CHE no es reconocida como tal, sino que se le otorga el adjetivo de "prenatural" para calificarla de alguna manera, pero dado lo puntual de cada caso, y la forma imprevista donde se presenta, resulta muy difícil analizar este fenómeno bajo prismas de fiabilidad total.

CARACTERÍSTICAS DEL FENÓMENO
La característica principal de éste fenómeno es la extrema intensidad de calor que genera.

Su rapidez extrema en actuar es otra característica importante.

Generalmente actúa entre personas solitarias y de cierta edad.

GENERALIDADES
En circunstancias normales es muy difícil quemar un cuerpo humano, máxime si está vivo. Habitualmente, los cuerpos de las personas que mueren envueltas en llamas solo sufren daños parciales o superficiales. Para reducir un cuerpo a cenizas se requiere una gran cantidad de calor, echando combustible, y manteniendo el fuego durante horas. A pesar de ello, los crematorios suelen incluso moler los huesos que quedan; para reducir a cenizas los huesos humanos se necesitan 1.650 grados C. aproximadamente.

Iván Sanderson, estudioso de este tema, tratando de encontrar alguna explicación satisfactoria al fenómeno nos dice que, cierta funciones orgánicas y mecánicas del cuerpo están alteradas en ciertas personas de hábitos sedentarios; el fosfágeno, compuesto similar a la nitroglicerina y de formación endotérmica podría acumularse en cantidades anormales, de manera que el cuerpo se volviera fácilmente combustible, pero el porqué de la "chispa del encendido" aún no se ha logrado determinar, o sea el detonante del fenómeno aún no se ha localizado.
Restos de Mary Reeser
Año 1951. St. Petersburg, Florida (EEUU)
(Foto: Archivo Raúl Núñez)

En el siglo XVIII se creía que este fenómeno era una especie de castigo divino a las personas que sufrían embriaguez continua. Es así como Justus von Ligbig, estudioso escéptico del fenómeno, estudió y trató de demostrar que la carne humana saturada de alcohol únicamente ardía mientras el alcohol no se hubiera consumido. En 1965, el doctor John Gee, médico interno del Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Leeds, consiguió encender fuego a trozos y partes de tejidos adiposos, pero solo existía "chamuscamiento" y siempre si "se sostenía la muestra en una fuerte corriente de aire".

Muchos investigadores, médicos y jueces en estas explicaciones encontraron la forma de cerrar expedientes al respecto de este espinoso tema, por no decir "caliente"

Otras explicaciones se han llevado al campo de lo psíquico, y no ha faltado el estudioso que lo ha denominado "suicidio psíquico", estos últimos estudios hablan de "autoinducción del sujeto" por causas de desesperación, angustia, resentimientos o depresiones. Añaden, las reservas de energías físicas y psíquicas habitualmente controladas, no se liberan de repente, provocando el desenlace que denominan "suicidio psíquico".

También en 1965, el doctor Livingstone Gearhart, enunció su teoría de "las corrientes geomagnéticas", la cual se podría resumir de la siguiente forma: La fuerza del campo magnético terrestre sube y baja bastante repentinamente y en relación con la actividad solar. La CHE podría ser el resultado de una compleja cadena de acontecimientos en la que se produce una interacción entre ciertas condiciones astronómicas y el estado de un cuerpo individual. Estas serían las precondiciones de la teoría de la "bola de fuego".

Restos de la señora Helen Conway hallados en
Pennsylvania
(Foto: Archivo Raúl Núñez)
Respecto a esto último, algunos físicos norteamericanos últimamente han sugerido que estas inmensas energías condensadas en una bola de fuego, pueden ser, en determinadas circunstancias, producidas por ondas cortas de radio, del tipo de las utilizadas en los hornos microondas.

Sea cual sea la explicación de este fenómeno llamado CHE, se debe reconocer que es un hecho que ocurre en forma muy ocasional y en personas de ciertas características físicas y psíquicas muy concretas, aunque al día de hoy no existen datos muy fiables en cuanto a estadísticas de casos, pero también es cierto, que sigue ocurriendo este fenómeno desconcertante. 

Quien escribe tuvo acceso a un hecho ocurrido en el mes de noviembre de 1990 en la ciudad de Sabadell (España), la víctima fue un solitario chatarrero, recolector de cartones y enseres en desuso de aquella ciudad catalana. El infortunado hombre murió enteramente quemado, pero lo extraño del caso es, que ni el colchón donde estaba durmiendo ni la habitación donde estaba alojado sufrió quemaduras de ningún tipo. No había estufas, ni televisión, la electricidad no estaba conectada desde hacía un par de años, pues los terrenos estaban bajo orden de desalojo, y no existían indicios de ninguna fuente generadora de fuego (fogatas, ceniceros, cigarros, encendedores, etc).

Investigaciones posteriores -por curiosidad personal- y siguiendo los pasos en la vida de esta víctima, se recopiló una serie de circunstancias emocionales y de desarraigo social, que concuerda en un gran porcentaje con la vida de otras víctimas ocurridas en otras latitudes y con características similares. Aún permanece en mi mente el rostro del capitán de la Guardia Civil cuando le insinué este fenómeno de la CHE. Se sobrecogió de hombros y quedó pensativo, me mencionó que las investigaciones de la Benemérita habían sido infructuosas y sin resultado alguno.

El desgraciado chatarrero era una persona pobre y solitaria, sin relevancia social alguna. Su expediente de investigación fue archivado con las mismas palabras que siempre acompañan al fenómeno de la Combustión Humana Espontánea: SIN EXPLICACIÓN.






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