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José María Ibáñez.

jueves, 28 de junio de 2012

MONTSERRAT Y LAS VÍRGENES NEGRAS (I)

RAMÓN HERVÁS (In Memoriam)


En el Mons Serratus de los romanos, los monjes de san Benito edificaron una pequeña ermita en el siglo IX, muy probablemente en el año 880, y aunque la tradición afirma que el abad Oliva entronizó allí la imagen de una Virgen Negra que encontraron en una gruta próxima, lo cierto sin embargo es que la primera imagen no apareció hasta el siglo XII, justo cuando los discípulos de san Benito, irradiando desde Cluny, se extendieron por toda Europa.
Monasterio de Montserrat
(Foto: reflexionesdesdelabase.blogspot.com)

La realidad histórica, obviamente, no impide que la leyenda afirme que la venerada imagen, tallada por san Lucas, arribase a la península traída por san Pedro y que su culto se extendiera rápidamente hasta que con la invasión mora la estatuilla fuera enterrada cerca de Manresa, donde permaneció hasta que con la primera manifestación de la Santa Llum fuera de nuevo trasladada al santuario que se empezaba a construir y a cuya finalización, dos siglos después, la Santa Llum volviera a manifestarse trazando un arco luminoso en el cielo entre la Montaña Santa y Manresa.

En la tradición piadosa, la Moreneta ha realizado numerosos milagros, casi todos ellos relacionados con la fertilidad de la mujer y de ahí, sin duda, el fundamento del dicho popular: "No es ben casat qui no ha portat la dona a Montserrat" (No está bien casado el que no ha llevado a su mujer a Montserrat). Protectora de la llar catalana, la Moreneta es el paradigma de la Intercesora ante su divino Hijo y, como atestiguan los millares de peregrinos que la veneran cada año, ella es capaz, gracias a su negritud, y sin que importe que ésta sea solamente virtual, de hacer que el tiempo se detenga para poder intervenir así sobre los destinos de los hombres. Las vicisitudes por las que ha pasado la primitiva imagen de Montserrat han sido innumerables. 

Antes del milagroso hallazgo de la estatuilla, antes de que se establecieran en la Montaña los benedictinos, ya existía allí una pequeña comunidad de ermitaños. Luego, finalizando el siglo IX, procedentes de Ripoll, se establecieron en Montserrat los primeros benedictinos para seguir su regla de forma autónoma, desde el siglo XI hasta el siglo XV, pero no fue hasta el año 1410 que la nueva abadía montserratina se desvinculó definitivamente de la tutela del priorato de Ripoll. Siguiendo siempre la regla benedictina, que prácticamente se ha mantenido inalterable, la basílica actual empezó a edificarse en el año 1560.
La Moreneta (Virgen de Montserrat)
(Foto: visitarspana.com)

Después, el monasterio de la comunidad, comenzó sus obras en año 1755, que es cuando cobra mayor fervor el culto de la Moreneta. Medio siglo después, en 1812, las tropas francesas invaden abadía y monasterio para destruirlos completamente y la primitiva imagen, destruida también según la opinión popular, desaparece. La profanación de las tropas napoleónicas, tal vez, explicaría la valentía y el empecinamiento de los catalanes haciendo frente a los invasores en la batalla de Molins de Rey, donde voluntarios procedentes de Cervera, del Bruch, de Vich, del Papiol, de Llinás y Cardedeu (donde días antes ya habían combatido contra las tropas imperiales), de Vilafranca, del Vendrell y Tarragona, escribieron una de las páginas más heroicas de la Guerra del Francés.

OSCUROS ORÍGENES
Tan oscuro es el origen de la imagen actual de Montserrat como oscuros son los orígenes de las diversas Vírgenes Negras. Cuando en los siglos XI y XII comenzaron a aparecer las venerables imágenes, éstas se atribuyeron falsamente a san Lucas: tesis establecida a partir de un retrato de la Virgen que la emperatriz Eudoxia había comprado en Jerusalén en el año 438. Este retrato, atribuido al evangelista, se expuso en Bizancio y, con el nombre de Nicopeión, se convirtió en la imagen sagrada que guardaba la capital bizantina. Pero su destino fue efímero ya que fue destruido por los iconoclastas. Destino trágico que no impidió, a partir de entonces, que toda imagen sagrada de los primeros tiempos cristianos se atribuyera a san Lucas, quien además de médico y evangelista, fue considerado como pintor y escultor.

En las reproducciones posteriores a la destrucción del Nicopeión de Eudoxia, en los iconos que se conocen aparece siempre la Virgen María pintada de negro, lo mismo que su Hijo. A partir del siglo XII, cuando proliferan en Francia la imágenes de Notre Dame, las estatuillas se atribuyen en la tradición popular todas ellas al evangelista Lucas.Todas estas estatuas, cuyos rasgos y factura poseen un origen común, tienen un cierto aire oriental y este detalle, para aquellos que desdeñaban la interpretación dogmática de la Iglesia, les sugería que la imagen no era la de María sino la de Isis con su hijo Osiris sentado en las rodillas.

La investigación arqueológica, sin embargo, ha demostrado que el origen de las estatuillas es netamente galo, lo cual descarta, al menos en parte, su pretendida atribución a san Lucas. El que la ejecución de las Vírgenes Negras se atribuya a Lucas es posible que tenga su explicación en el hecho de que la mayor parte de ellas son en realidad imágenes de la diosa Dana de los celtas y ligures y que tales esculturas, en la época galo-romana, se atribuyeran al dios Lug ya que con su atributo de "diestro en todas las artes", se prestaba a componer esculturas de su esposa Dana y, más aún, con su nombre irlandés de Llehu, que los galos fonetizaban como Lluc, los primeros discípulos de san Columbano, iletrados en su mayor parte, lo tradujeron como Lucas.
Virgen de Chartres
(Foto: barzaj-jan.blogspot.com)

Una de estas tallas, con toda probabilidad, sería la hallada en Carnut-Is, la actual Chartres, allá por el siglo X sobre las ruinas de un antiguo templo galo cuyo culto, obviamente, estaba consagrado a la egipcia Isis. Sobre estas ruinas, y en la cripta que se halló junto al pozo y al dolmen, sería edificada por los benedictinos la catedral de Chartres, en cuyos alrededores a un hermoso bosque de robles se le sigue llamando popularmente Lucus.

La Virgen de Chartres es la que con toda evidencia sirve de modelo a los monjes de Cluny para elaborar la serie de imágenes que durante el siglo XII aparecen en Francia, en España, en Bélgica, en Portugal, en Polonia. Todas ellas de idéntica factura pero de rasgos distintos según la región en que fueron halladas. Así hay Vírgenes con rasgos borgoñones, auverneses, provenzales, catalanes, para que sean más fácilmente identificadas por los fieles a los cuales van destinadas.

CAMINO INICIÁTICO
Como si fueran las guías de un camino iniciático, los emplazamientos de las Vírgenes Negras que aparecen en la Francia y en la Occitania del siglo XII no son en absoluto caprichosos sino que señalan una ruta perfectamente trazada que, desarrollada en una triple espiral, marca las tres rutas que seguían los peregrinos medievales para llegar a Santiago de Compostela, a cuyo culto está íntimamente ligado el de las Vírgenes Negras

Los peregrinos, recorriendo siempre etapas diarias de unos treinta kilómetros, encuentran al final de la jornada un hospitot donde se les ofrece, gratuitamente, comida y cama. Estos albergues son siempre anexos de las encomiendas, abadías y monasterios de la Orden Benedictina y, como  marcando puntos mayores en el mapa, el peregrino encuentra a lo largo del Camino ciudades o pueblos que veneran a alguna Virgen Negra.

El emplazamiento de las Vírgenes estaba cuidadosamente elegido y, para ilustrar claramente esta cuestión, se genera una leyenda que afirma que si la imagen se sitúa en un lugar erróneo, la escultura se marcha por la noche para elegir por sí misma el lugar donde debe ser emplazada. Tan justamente estaban distribuidas las imágenes que, si proyectáramos la constelación de Virgo sobre el mapa de Francia, cada una de las estrellas que la componen coincide con cada una de las Vírgenes Negras del siglo XII, lo cual da fe del profundo conocimiento astronómico de los monjes benedictinos.
Puy-en-Velay
(Foto: Tripadvisor.es)

Del Puy-en-Velay, como proyección de la estrella central de la constelación de Virgo, partía la ruta auvernesa hacia Santiago que debía culminar en Compostela, en el Campo de las Estrellas, y de ahí cruzar el mar hasta arribar a Stonehenge y, desde el circo megalítico, cumplir definitiva peregrinación en el Templo de las Estrellas de Avebury, alzado por los druidas. Este Camino principal que arriba a la Estella navarra (Estrella) tras haber pasado por Jaca (donde los maestros de obras patrocinados por la Orden recibían su caballo o titulación gremial), se completaba con el Camino provenzal que partiendo de Manosque y pasando por Arles, Prats de Molló, Dorres, Solsona y Montserrat, seguía hasta Jaca (la hembra del cavale) para desde la ciudad aragonesa confluir en el Camino francés.


Las imágenes de Puy-en-Velay, Chartres, Rocamadour, Marsat, Orcival, Dijon (Notre Dame de l´Apport), Manosque, Hal (junto a Bruselas), Mont Saint-Michel, Vezelay, Aurillac, Gisors, Clermont, Vassivière, Arles, Dorres, pese a sus distintas fisionomías, poseen unas características comunes que no se reiteran en las dos Vírgenes catalanas más conocidas, pues la de Solsona es de piedra y no de madera, como todas las otras, y la actual imagen de Montserrat posee unas medidas que no corresponden con el estándar de las demás Vírgenes Negras.


Lo que uniformiza a todas ellas, sin embargo, sin que importe que sean Virgo Lactens o Virgo Paritura, es siempre su legendario hallazgo. Uniforme es también el estilo románico-cluniacense de las catedrales que se alzan para acoger dignamente las imágenes, si bien en cuanto al estilo arquitectónico de las mismas se aprecian ciertos rasgos mediorientales que, junto con los precisos cálculos matemáticos que exigía su construcción, avalan la tesis de que las mismas fueron edificadas por maestros de obras mozárabes procedentes de España. El contacto de Hugo de Cluny con los constructores árabes y sus sólidos conocimientos de la matemática y principios arquitectónicos de Oriente, da fe por otra parte del estrecho contacto cultural que los benedictinos mantenían con los árabes hispánicos.


LA CÁTEDRA
Si la imagen del Puy, que marca el inicio del Camino del Santiago, es evidentemente una de las más antiguas, la de Chartres (la primeramente hallada) y todas las demás se encuentran cuando un campesino que está labrando su campo, de pronto el buey no puede seguir avanzando pues el arado tropieza con la imagen enterrada. Enseguida, en el mismo lugar, se edifica una pequeña ermita que, en pocos años y gracias al fervor popular, se convertirá en una catedral. Rasgo común en todas las basílicas de las Vírgenes Negras es que las mismas se alzan junto a un dolmen y a un pozo, a veces, como sucede en Chartres, dentro del mismo templo, ya que es este caso la catedral se edifica sobre las ruinas de un santuario druida.


Todas las imágenes, con la Virgen sentando al Hijo sobre su rodilla izquierda (un signo inequívoco de iniciación), aparecen sentadas sobre una pequeña silla sin respaldo. Esta sillita, donde antiguamente se sentaban las madres que amamantaban a su hijo, se llamaba en latín catedra y de ésta palabra derivará catedral. Respecto a la imagen de Chartres, es una Virgo Paritura que ofrece la estampa de una mujer embarazada a punto de dar a luz. A veces, como en Hal, el niño ya ha nacido y la Madre, una Virgo Lactens,lo está amamantando en su pecho.


Notre-Dame du Romigier
(Foto: notre-dame-de-france.com)
A veces la Virgo Lactens es llamada Notre-Dame de Vie y no por el hecho de dar de mamar a su hijo sino sobre el prodigio que obra sobre el niño que, nacido muerto, su madre lo presenta a los pechos de la Virgen. Gracias a esto, el niño resucita y se mantiene con vida hasta que haya sido bautizado. Variante del milagro es lo ocurrido con san Bernardo puesto que al nacer, viendo su madre que no tenía leche para amamantarlo, lo presentó a la imagen de Saint-Vorles y ésta aseguró la lactancia del bebé que, unos años después, sería san Bernardo, el fundador de los cistercienses, quien a su vez extendería y populizaría el culto de las Vírgenes Negras e instauraría en la Iglesia Católica  el culto mariano.


La Virgen de Manosque, llamada Notre-Dame du Romigier (zarza en provenzal) debe su nombre al hecho de que mientras un campesino labraba con su buey, el animal se negó a seguir adelante, como intimidado por un espeso matorral que había en el campo. El campesino incendió el zarzal, el buey siguió adelante pero al volver junto a las cenizas de la zarza, se detuvo de nuevo y bajó la cerviz saludando a la imagen de la Virgen que aparecía bajo las cenizas. La imagen del buey, una constante en las apariciones de la Virgen Negra, evoca nítidamente el emblema del animal sagrado que identificaba al dios Lug, cuyo culto druídico se efectuaba en lugares marcados siempre por el dolmen y el pozo sagrado.


Artículo publicado en la revista "La Espiral del Conocimiento" (número 1 septiembre-octubre 2001).


Continuará...










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