Amado Carbonell Santos
32 años nos separan ya del fatídico día en el que la
directiva de la central atómica de Chernobyl, decidió realizar un simulacro de
corte de energía, dejando sin control el sistema de refrigeración del reactor 4
de la central, y por ende, provocando una reacción en cadena que culminaría en
la explosión de dicho reactor a causa de la sobreacumulación de Hidrógeno; un
incidente de nivel de gravedad 7, el cual, ha sido el único de tal magnitud
hasta la fecha, y que provocó la liberación de vapor y polvo radiactivo que
rodeó todo el planeta en menos de 48 horas. Dicha propagación llegaría a alcanzar a nuestro país,
provocando en algunos casos precipitaciones de lluvia ácida.
Reactor nº 4. Foto: www.timetoast.com |
En un principio, el gobierno soviético fue estrictamente
severo con los operarios que fueron destinados a realizar la limpieza e inicio
de la construcción del sarcófago de hormigón del reactor 4 para sellar
cualquier filtración a la atmósfera, para que no revelasen a la prensa u otros
medios de comunicación el número real de fallecidos a causa de los efectos de
la radiación.
A consecuencia de tal fatídico incidente, la ciudad más
próxima a Chernobyl, Pripyat, fue evacuada de inmediato, aunque sus habitantes
ya habían sido bañados por la radiación de la explosión, experimentando
terribles y dolorosas quemaduras, y alteraciones en el ADN desencadenando
malformaciones en los recién nacidos.
Tras la evacuación de todos los habitantes, lo único que
quedó en la ciudad fueron los vestigios de lo que una vez fue la urbe donde
residían los trabajadores de la central de Chernobyl, paralizados y olvidados
por el propio paso del tiempo.
Escuelas, hospitales, residencias…, bloques de edificios
completamente abandonados, donde los pocos privilegiados que pueden visitarlos,
por supuesto acompañados por un guía que conoce perfectamente el estado de las
ruinas, y un contador Geiger para medir en todo momento el nivel de
contaminación radiactiva existente en todas las zonas visitadas, observan con
sorpresa y congoja como la vida y el tiempo se habían detenido y apartado del
resto del mundo.
Pripyat. Foto: www.eluniversal.es |
La mesa puesta en muchos de los pisos habitados, muñecas y
juguetes en los patios de las escuelas, utensilios, herramientas y vehículos
abandonados en medio de las calles son los últimos testigos de la frenética
huida de Pripyat, que en sepulcral silencio reciben a los visitantes que se
aventuran a caminar entre los vetustos edificios.
Y aunque parezca algo “obvio” en un lugar como este, los
visitantes que regresan de Pripyat describen su aventura como desoladora e
inquietante, ya que decían que se sentían en todo momento observados… tal vez
sean las leyendas y la sugestión, o la propia sensación de desolación y muerte
hacían que la mente comenzase a jugar con los sentidos, provocando así la
sensación de estar constantemente observado desde algún rincón o columna oculta
entre las sombras.
Pero al igual que otros grandes edificios (Como el hospital
del Tórax de Terrassa, o el archiconocido sanatorio de Waverly Hills) donde el
miedo y el sufrimiento han marcado a visitantes e investigadores, y se han
registrado vídeos de figuras y sombras que en un principio no estaban allí. O
audios con voces, gritos y llantos que erizan el vello de todo aquel que los
escucha, Pripyat también esconde secretos que solo se muestran a aquellos que
desean conocerla más “a fondo”.
Al ser una zona sensible a causa de lo sucedido en abril de
1986, se ha ganado el título de ciudad fantasma, y que por supuesto, ya cuenta
con varias leyendas realmente interesantes…
Seguramente recordarán la tenebrosa figura de Mothman, el
hombre polilla que aterraba a las gentes de la ciudad de Clendenin (West
Virginia – EEUU) desde noviembre de 1966 y que se convirtió en una leyenda
urbana mundial; pues bien, Pripyat cuenta con una leyenda similar conocida como
“El Pájaro Negro de Chernobyl”, aunque en este caso, esta figura destacaba por
asemejarse a un hombre alado carente de cabeza sobre sus hombros.
Mutación por radiaciones. Foto: www.mutacionesrmbalejandro.blogspot.com |
Sombras que aparecen en los oscuros pasillos y accesos de
los edificios; gritos y voces que resuenan a través de los muros del tiempo en
lugares puntuales; extrañas luces que sobrevuelan por la noche las ruinas del
reactor nº4; y según algunos
investigadores, cuando comenzaban a manifestarse algunos sucesos como grabación
de sonidos de baja frecuencia, disparo de sensores de presencia ubicados en
corredores, o el aviso de detectores de variación de campos magnéticos
ambientales, los contadores Geiger empezaban a indicar elevados grados de
radiación y debían abandonar la zona de investigación a gran velocidad si no
querían ser contaminados.
Algunos de ellos se aventuran a decir que la radiación
podría ser usada como medio de comunicación de los “olvidados”, para dejar su
voz y silueta en los instrumentos; en cambio otros investigadores más ortodoxos
niegan tal actividad paranormal, y atribuyen tales registros a la propia acción
de la radiación al entrar en contacto con los elementos sensibles de los
instrumentos, creando falsos positivos.
Lo que sí se puede destacar es que tanto en la central de
Chernobyl como en Pripyat y sus zonas colindantes, la muerte invisible acecha a
cada instante al visitante, y bien cierto es que si su “mano” nos atrapa con su
muda violencia, sufriremos la misma suerte que los “olvidados”, pues aunque
pensar en que sus posibles entes vagan aun por pasadizos y corredores puede ser
temible, no hay nada más aterrador que sufrir el azote de la radiación.
¿Quién será el siguiente en caminar entre las olvidadas
calles y ruinas de Pripyat?
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