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José María Ibáñez.

sábado, 1 de enero de 2022

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS Y LA OBRA ALQUÍMICA

 Esther Calvo





En vísperas de la celebración de la Adoración de los magos o Epifanía del Niño Dios, manifestación del Señor  a otras civilizaciones, representadas por los magos. Hemos querido ir un poco más allá, del gozo infantil, al recibir sus regalos con motivo de la Festividad de los Reyes Magos, nombre con el cual es conocida la fecha del 6 de enero. Apuntar también que es el día de los astrólogos, en memoria de aquellos sabios de Caldea que estudiaban las estrellas.

No hay fecha que traiga más dulces recuerdos que la mañana del día de Reyes. Puesto que incluso las clases más favorecidas, reciben una pequeña ayuda para paliar la situación, ya que se difunde en los supermercados y comercios varios la petición de que ningún niño se quede sin juguete. Una operación comercial, es cierto, pero también una hermosa iniciativa.

Para recordar este pasaje del Evangelio, vamos a remitirnos  al relato que aparece en Mateo II, 1 al 11.: “Nacido pues Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al Oriente y venimos a adorarle” (…) Después de haber oído al rey, se fueron y la estrella que habían visto en Oriente les precedía, hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella sintieron un gran gozo y llegando a la casa vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron, y abriendo sus cofres, le ofrecieron como dones oro, incienso y mirra”.

Los personajes llegados a Belén, según Mateo, no sabemos el número exacto, en algunas representaciones, a veces podían ser  2 como 4. Es a partir de la Edad Media que su número será el tres, muy simbólico y además es cifra sagrada. A estos magos  se les hizo  llegar desde Caldea, que al igual que Egipto era tierra de iniciación oriental desde donde nos llegan grandes conocimientos astrológicos.  A primera vista, nos encontramos en terreno esotérico y dado el gran éxito del tema, está detrás la presencia de iniciados.

Así pues, imaginamos a nuestros tres magos, adeptos  caldeos que salen en busca de Conocimiento, en medio de la noche aparece una pequeña estrella, una luz. Pueden distinguirla gracias a que tienen sus ojos mas que acostumbrados a mirar los cielos donde se expresan las diferentes constelaciones y  se han convertido en clarividentes. En realidad, diferentes configuraciones astrológicas, anteriores a su viaje,  hicieron que los magos estuvieran esperando esa luz y tras la aparición de  la cual emprenderían el camino, largo y tortuoso, en busca del verdadero Dios.

Desde el punto de vista alquímico, se concreta aún más si consultamos los tratados de los alquimistas e incluso  de Fulcanelli. La materia primordial,  tras las tres operaciones de la obra alquímica (putrefacción, purificación y rubicación), se iba  transformando en una forma que los alquimistas llaman “hojaldrada” de la que ellos podían  extraer la piedra filosofal, a esta fase le llaman “niño”, “pequeño bañista” o “delfín”. Los iniciados habían  comprobado que debido a un fenómeno de cristalización, una estrella de seis  puntas venía  a marcar su materia, apareciendo  en ella. Esta era la marca triunfal de que todas las operaciones se habían  ejecutado correctamente y que estaban  muy cerca del éxito, pues solamente quedaba  la fase de extraer la piedra de la preparación.

Os invito amables lectores, que volvamos a aplicar lo explicado por los alquimistas al texto de Mateo. “La estrella que guiaba a los magos se detiene encima de la casa donde se hallaba el niño”. Aquí nos preguntamos si la estrella no sería la marca de la materia primordial preparada con éxito por el alquimista y que contiene el “niño” o piedra filosofal.

En el momento que la estrella se detiene “los magos sienten un gran gozo”. Así pues, los magos estaban seguros, desde antes de haberlo visto, de que hallarían al Niño en la casa “señalada” por la estrella.

Vamos a volver atrás en el tiempo,  a la época no tan lejana en  la cual  nuestras abuelas conmemoraban la fiesta de Reyes con el nombre de Epifanía. El roscón de Reyes no era como los de ahora, un dulce de brioche con trozos de frutas glaseadas. La pasta era de “hojaldre” (un guiño a la transformación de  la materia primordial de los alquimistas). Lo que debían hallar los pequeños, a la hora de merendar el roscón, era un niñito Jesús de azúcar al que llamaban “pequeño bañista”. El niño que encontrara la dulce figurita, era nombrado “rey” y “coronado”. Se obraba así, la dulce alquimia del tierno amor de los niños al  celebrar el día de la Epifanía.

La alegoría de los magos, no podría explicar con  mas claridad, una de las fases alquímicas mas importante para el adepto, que representaría el triunfo de los esfuerzos de toda una vida. La posesión de la piedra filosofal la cual era considerada la puerta de todos los conocimientos y de todas las felicidades.

 

Fuentes:

“El enigma de las vírgenes negras”. Autor: Jaques Huyen. Editorial Plaza & Janes Editores S.A.

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