JOSÉ MARÍA IBÁÑEZ
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(Foto: biografiasyvidas.com) |
Dante interpreta a la perfección sus grandes conocimientos esotéricos en su obra cumbre: La Divina Comedia. En ella, utilizando un lenguaje de gran riqueza expresiva y mezclando elementos simbólicos con alusiones a personajes mitológicos, expone las fases por las que pasa la conciencia del iniciado hasta alcanzar la inmortalidad. También aparece claramente su filiación templaria, ya que, después de ser guiado primero por Virgilio y después por su amada Beatriz, es Bernardo de Clairvaux, fundador de la Orden del Temple, quien lo conduce por los planos de la más elevada espiritualidad hasta alcanzar “el amor que mueve el sol y las estrellas”, donde culmina y finaliza su poema.
El viaje se inicia en el Infierno y se va descendiendo, a medida que se van castigando los pecados en orden de menor a mayor importancia, a través de círculos concéntricos que se estrechan hasta llegar al centro de la Tierra, donde finaliza la primera etapa. El viaje a través del Purgatorio es una ascensión a una montaña, en cuya cumbre se encuentra el Paraíso. Todos los personajes que deambulan por el Purgatorio han actuado por amor, aunque lo hayan hecho de manera equivocada. En el Paraíso se presentan la gran variedad de almas que coexisten dentro de la completa felicidad y Dante se eleva paulatinamente hasta alcanzar el verdadero conocimiento.
Considerado como un gran iniciado, Dante Alighieri llegó a ser Gran Maestre de la Fede Santa, en la que fue iniciado por el filósofo Brunetto Latini en el año 1290 y a la que también pertenecieron grandes genios de la literatura italiana como Bocaccio, Tetrarca, Francesco da Barberito, Guido Cavalcanti y Dino Compagni. Según apunta René Guénon en su obra “El Esoterismo de Dante”, la Fidel Sancta (Fede Santa en italiano), de filiación templaria, laica o secular, era en tiempos de Dante, algo similar a lo que más tarde se conoció como Fraternidad de la Rosa-Cruz, si es que ésta no se originó directamente de ella. Los miembros de la Fede Santa se auto proclamaban Fedeli D´Amore (Fieles de Amor), nombre con el que más tarde llegó a designarse a la propia orden, que constituyó el núcleo más duro del dolce stil nuovo, la corriente literaria heredera del amor cortés y el erotismo caballeresco.
En su artículo “Dante Alighieri y la filiación templaria de los Fedeli D´Amore”, el doctor Carlos Raitzin, fundador del Instituto Académico Orión de Buenos Aires, afirma sobre éstos que, si bien externamente siguieron la misma corriente doctrinal esotérica que la Orden del Temple, no compartieron el mismo número de grados en sus jerarquías iniciáticas. Mientras los caballeros templarios se basaban en una estructura interna de siete grados, los fedeli se movían a través de cuatro grados de iniciación que quedan claramente reflejados en la obra de Dante “Vita Nuova”.
Los cuatro primeros capítulos de “Vita Nuova” corresponden al I grado de la Fede Santa (Feignare o Aspirante). Los capítulos 5 al 13 hacen referencia al II grado (Pregnare o Postulante). En los capítulos 14 al 17 se desarrollan simbólicamente el ritual y la doctrina del III grado (Entendiere u Oyente). Los capítulos 22 al 29 se centran en el IV y último grado (Servius o Servidor). En los capítulos 30 al 34 los miembros de la orden narran sus experiencias personales durante el proceso de iniciación y entre los capítulos 35 y 39 los recién iniciados se preparan para el retorno a la vida cotidiana. Como colofón, en los capítulos 40 al 42 el poeta nos ofrece cantos espirituales de gran elevación
Dante murió en Ravena el 13 de septiembre de 1321, después de veinte años de exilio. Su ciudad, Florencia, lo había deportado, despojado de sus bienes y declarado traidor. El cardenal Poggeteo quemó algunos de sus libros por heréticos y pidió que sus cenizas fueran desenterradas y dispersadas, indignidad máxima para su época que pudo ser evitada por sus amigos.
EL SUEÑO DE RAVIGNANI
Tanto los hijos como los amigos más íntimos del poeta siempre habían pensado que la obra magna de Dante estaba inacabada. Tal como nos dice el doctor Raitzin: “Como el Infierno consta de una introducción y treinta y tres cantos y otros treinta y tres tiene el Purgatorio, era lógico esperar otros tantos como extensión del Paraíso”. En “Vida de Dante”, Giovanni Bocaccio cuenta que ocho meses después de su muerte un discípulo del florentino, Piero Ravignani, soñó con el poeta envuelto en un halo de luz brillante y vestido con una túnica blanca. En el sueño, el discípulo le pregunta si segue vivo. Dante le responde que vive la verdadera vida, no la nuestra terrenal y miserable. El discípulo le interroga también acerca de si su gran obra (La Divina Comedia) está inacabada. El poeta le responde de nuevo afirmativamente y le conduce hasta el lugar en el que había escondido los trece cantos finales de su magistral obra.
Tal y como se lo había transmitido a Piero a través del sueño, en la casa donde había vivido hasta su muerte, habitada ahora por su hijo Jacopo Alighieri, en el hueco de una de las paredes y hábilmente disimulados por una estera de paja, estaban los manuscritos.
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