EMMA CALVE: ¿SUPERIOR DESCONOCIDO?

JOSÉ MARÍA IBÁÑEZ 

El descubrimiento de un documento fechado el 11 de noviembre de 1892, redactado en el famoso cabaret parisino Le Chat Noir (El Gato Negro), lugar de reunión de conocidos ocultistas, en el que aparece la firma de Emma Calvé, acompañada de las iniciales S.I. “Súperieur Inconnu” (Superior Desconocido), fue el detonante que nos permitió seguir la pista de la que, entre otros, fuera amante de Françoise-Bérenguer Saunière, cura de Rennes-le-Château, misteriosa población enclavada en el no menos enigmático sur de Francia.

En aquellos momentos, París se había convertido en el punto de encuentro de los movimientos culturales más relevantes; era el nexo de unión de las más variopintas corrientes ocultistas y auténtico entramado de grupúsculos que se movían en las sombras con absoluta impunidad. Así, amparados en la oscuridad de los recónditos callejones, bajo la tenue luz de los cabarets de moda, en la intimidad de los prostíbulos más lujosos o en las suntuosas fiestas que ofrecían los mejores salones al uso, los intrigantes de las sociedades secretas recababan toda la información necesaria para la consecución de sus siniestros planes.

La más intrigante de todas, sin duda: Emma Calvé. Mujer de gran belleza, era la cantante de ópera más famosa de aquella época. Había debutado nueve años antes en Bruselas, causando una inmejorable sensación por su extraordinaria voz de soprano, y por la forma tan audaz de representar a sus personajes en escena. Sobre ella escribe el autor francés Gérard de Sêde (El misterio de Rennes-le-Château), “Porque Emma Calvé, que había representado en la escena la Margarita de Fausto, Carmen, Safo y Mesalina, se hallaba entonces en la cumbre de la gloria. Había cantado en el mundo entero. La reina de Inglaterra, la austera Victoria, le había levantado una estatua, y el último zar Nicolás II, había extendido una noche su capa imperial, como una alfombra, para que no pisase el suelo nevado”.

Cada vez que su atareada vida profesional se lo permitía, Emma, que disponía de salón propio en el fastuoso hotel parisino de Tours-la.Reine, centro de reunión de la flor y nata del teatro, la música, la pintura y las letras, frecuentaba a conocidos ocultistas como Camille Flammarion, Papus, Josephin Peladan y sobre todo, a Jules Bois, periodista, escritor; miembro de la orden hermética de la Golden Dawn y uno de sus amantes más conocidos.

Castillo de Cabrières
(Foto: trekearth.com)

Aquella noche, una vez finalizada su gira triunfal por distintas ciudades europeas, Emma, en su salón privado de París, espera con ansiedad el regreso de su amante  Françoise-Bérenguer Saunière quién, siguiendo sus instrucciones, se ha desplazado al seminario de Saint-Sulpice para depositar los pergaminos hallados en el subsuelo de la iglesia de Santa Magdalena en Rennes-le-Château…     

El gran interés que Emma Calvé profesaba por lo oculto se tradujo en la compra, en 1894, del castillo casi en ruinas, de Cabrières. Así lo cuenta Gérard de Sêde: “En efecto, en el siglo XVII la familia de Cabrières, con la que estaba relacionada la cantante, conservaba en este castillo el misterioso libro cabalístico atribuido a Abraham el judío y que había estado en otro tiempo en posesión del alquimista Nicolás Flammel. Emma hizo restaurar enteramente el castillo y hacia el final de su vida lo vendió a una cierta señora Aubin, que había sido preceptora de los Habsburgo”.

Lo que Gérard de Sêde no nos dice es si encontró lo que buscaba…

CAMBIO DE IDENTIDADES

Cabaret "Le Chat Noir"
(Foto: bonjouroaris.com)

Según nos cuenta la historia, Françoise-Bérenguer Saunière, encontró unos pergaminos en el subsuelo de la iglesia de Santa Magdalena (Rennes-le-Château). Berenguer viaja a París y se dirige al seminario de Saint-Sulpice donde deposita los pergaminos. Existen dos fotografías que avalan la estancia de Berenguer en París. Pero, misterios de la vida, el personaje que aparece plasmado en ambas fotografías no es Berenguer Saunière, sino su hermano Alfred. ¿A qué obedece este cambio de identidad? ¿Se trata simplemente de un error? O por el contrario, ¿forma parte de una “cortina de humo” fabricada expresamente para desviar la atención de las investigaciones? Es muy probable que nunca lleguemos a saberlo. Visto el desarrollo de los acontecimientos, es muy posible que Berenguer hiciera partícipe a su hermano menor, Alfred, del hallazgo de los pergaminos. Supongamos como punto de partida  que ambos, dos buenos hermanos que comparten sus más íntimos secretos, viajan juntos a la capital de Francia.

Alfred se nos muestra en todo momento como un personaje escurridizo. Por tanto, el candidato más idóneo para moverse entre bastidores. Esto nos lleva a la conclusión de que pudo representar uno de los papeles principales en esta historia.

Como era de esperar, de los pergaminos nunca más se supo.