LA REALIDAD OCULTA

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SEPARA LA REALIDAD DE LA FANTASÍA.
José María Ibáñez.

domingo, 23 de diciembre de 2012

CIHISTES DEL DESTINO: SOBRE SINCRONISMO Y CASUALIDADES

RAÚL NÚÑEZ

La definición más usual del término "sincronía" es la que nos aporta la Enciclopedia Espasa: Coincidencia de hechos o fenómenos en el tiempo. Lógicamente que es una explicación muy escueta como para conformarse de una terminología ampliamente utilizada en nuestro mundo de lo paranormal.

Los primeros cosmólogos creían que el mundo se mantenía unido por una especie de "principios de totalidad". Ya Hipócrates (460 y 375 a.c.) creía que el universo estaba unido por unas "afinidades ocultas" y escribió al respecto: "Hay un movimiento común, una respiración común, todas las cosas están en solidaridad las unas con las otras", según esta teoría la coincidencia se daría cuando los elementos "solidarios" o "afines" se buscan el uno al otro.

Arthur Shopenhauer
(Foto: p-d-o.com.ar)
En el año 1557, Pico della Mirandola decía: "Hay una unidad en las cosas por la cual cada cosa forma un conjunto consigo misma, luego existiría una unidad por la cual una criatura está unida a las otras y todas las partes del universo constituyen un mundo". Esta creencia ha perdurado de una forma apenas alterada en tiempos mucho más modernos.

Años más tarde Arthur Shopenhauer (1788-1860) definió la conciencia como "la aparición simultánea de acontecimientos causalmente desconectados", sugirió que los acontecimientos simultáneos iban en líneas paralelas. Quizás con Shopenhauer se acunara la idea del "inconsciente colectivo", como un almacén secreto de recuerdos a través de los cuales las mentes puedan comunicarse.

La primera persona que estudió las leyes de la coincidencia científicamente fue el Doctor Paul Kammerer, director del Instituto de Biología Experimental de Viena. Kammerer estudió largas horas a personas en parques públicos, conversaciones, guardarropías, transeúntes, etc., tomando en cuenta la "hora punta", "el tiempo", "época del año" y determinó un fenómeno que denominó SERIALIDAD. Éste término sería la recurrencia de cosas o hechos iguales o similares en el tiempo y el espacio, además la serialidad según Kammerer es ubicua y continua en la vida, la naturaleza y el cosmos. 

Es el cordón umbilical que conecta el pensamiento, la sensibilidad, la ciencia y el arte con la matriz del universo que los dio a luz. Originalmente Kammerer sugirió que la coincidencia era meramente la punta de un iceberg, dentro de un principio cósmico mucho más grande y que la humanidad todavía apenas reconoce. Acostumbrada a decir que a igual que la gravedad es un misterio, pero a diferencia de ella, actúa selectivamente para coincidir en el espacio y en el tiempo cosas que poseen alguna afinidad.

Más adelante en el tiempo, en 1955, Wolfgang Pauli (Premio Nobel de Física) y Karl Gustav Jung (Psicólogo y filósofo suizo) también nos hablaban de este tema y es precisamente Jung en su obra "Sincronicidad, un principio de conexión acasual", nos dice que las casualidades tanto si se dan en serie o aisladas, son manifestaciones de un principio 23 universal apenas conocido que opera con bastante independencia respecto a las leyes físicas. Mientras tanto Pauli decía que las casualidades eran "las huellas visibles de principios desconocidos".
(Foto: magnet.fsu.edu)

Existen una serie de interpretaciones de otros pensadores que engloban términos como telepatía, precognición y coincidencias, como manifestaciones de una única fuerza misteriosa que opera en el universo y que está tratando de imponer su propia disciplina sobre la total confusión que rige la vida humana.

Arthur Koester nos habla que las casualidades son la tendencia básica de la naturaleza a ordenar el desorden, cuando aparece la manifestación estos serían "chistes del destino"

Resumiendo pensamientos, tanto Kammerer, Pauli y Jung, aunque de diferentes direcciones, sugirieron que en el universo actúa una fuerza misteriosa, apenas comprendida, que trata de imponer su propio orden en el caos de la vida humana.

Existe también una corriente escéptica, para ellos las coincidencias o casualidades remitiéndose a las leyes de la probabilidad, "si algo tiene que suceder, por remotas que sean las posibilidades, no debe uno sorprenderse demasiado de que, en efecto, acabe sucediendo". Ponen por ejemplo: Que si un mono teclea las teclas al azar de una máquina de escribir, al final terminará escribiendo las obras completas de Shakespeare, ya que "el tiempo tiende al infinito" como dicen los matemáticos.

HECHOS DIFÍCILES DE CLASIFICAR
Don Mariano Larumbe, brigadier de las guerras carlistas, se ve obligado a abandonar Madrid con toda su familia por temor a las represalias de los isabelinos, en una fecha indeterminada de la década de los sesenta del siglo XIX. Un baúl lo acompañará en su peregrinar por el mundo. El brigadier Larumbe, acude a Navarra a pelear por su rey, como un destacado "Cruzado de la Causa". Cuando llega la paz, Mariano Larumbe es deportado por seis meses a las Islas Marianas. De allí pasa a Filipinas, acompañado siempre de un baúl, hasta que al fin se le levanta el castigo y tiene ocasión de regresar a su pueblo natal, Javier.

Don Mariano se instala en el castillo de este pueblo, el mismo que había pertenecido a San Francisco Javier. Un castillo que entre otras curiosidades cuenta con la famosa imagen de un Cristo que, según la tradición, sudaba sangre cada vez que San Francisco Javier se encontraba en apuros por Oriente.

El baúl permanece largos años en este lugar. Don Mariano muere en el año 1882, y es enterrado en el cementerio que él mismo construyó en el lugar. Podemos agregar que el cuerpo de Don Mariano Larumbe, exhumado unos veinte años atrás se encontró incorrupto, con sus ropas intactas, y en perfecto estado de conservación.

El cargo de administrador pasa a su hijo, el cual abandona el castillo para trasladarse a Sigüenza. De allí, la familia Larumbe  y el susodicho baúl pasan a Pamplona; de Pamplona a San Sebastián, de San Sebastián a Madrid donde se instalan definitivamente, en 1939, en el número 12 de la calle Mayor... antes denominada Arenal

El baúl había "regresado" al cabo de un siglo, al lugar
donde había sido fabricado.
(Foto: alamaula.com)
La parte del inmueble adquirido por esta fecha de la familia Larumbe hace esquina con el número 3 de la Plaza de Celenque y consta de sótano, local comercial donde se instala una mercería, y primera planta, habilitada para vivienda. El baúl reposará unos cuantos decenios de años en el sótano, arrinconado y prácticamente olvidado hasta que un día Doña Beatriz, la nieta de Don Mariano Larumbe, decide hacer limpieza general y al abrirlo observa detenidamente el grabado que se encuentra en su interior. En él aparece la fachada esquinada de un edificio donde pasean encopetadas damas y señores de la época y una inscripción: GRAN FÁBRICA DE EFECTOS DE VIAJE, CALLE ARENAL, 12.

Las probabilidades estadístico-matemáticas de que un hecho semejante puede ocurrir son tan sumamente pequeñas, que no pueden, en la práctica, explicarlo en absoluto. ¿Qué explicación cabe a un hecho tan especial? No existe explicación alguna. Pero el baúl está ahí burlándose de los mecanismos binarios  de nuestra lógica, de los cuales no es posible digerir un hecho semejante.

Lógicamente que este hecho aquí relatado es excepcional si se considera aisladamente, pero existe una numerosa agenda de casos similares que desafían las leyes del azar, lo cual nos lleva ineludiblemente a pensar y plantearnos preguntas tales como la naturaleza del tiempo y el espacio, preguntas las cuales no pueden ser respondidas satisfactoriamente desde los campos de la física y la psicología mecanicistas tradicionales.
Calle Arenal de Madrid en el año 1920
(Foto: urbancidades.wordpress.com)

Kammerer clasificó tipológicamente las casualidades (según como se habían producido). El primer grupo las llamó "triviales" y el grupo más amplio las denominó "significativas" las cuales estarían subdivididas en "literarias", de "advertencias", "del tipo" y "recuerdos insólitos". Sería largo enunciar ejemplos de cada división, pero en próximos trabajos iremos desgranando casualidades que se escapan de toda lógica y que nos resultan muy difíciles de entender. Aunque la ciencia hoy en día, sobre todo en los campos de la biología y la física parecen acusar tendencias a pensar que la naturaleza tienda a organizarse por sí sola, y más aún ante el caos del mundo moderno; ciertos círculos progresistas no olvidan los estudios de Kemmerer, Puli y Jung, y tratan de encontrar una fuerza misteriosa causante de estas curiosas sincronicidades en el tiempo, y dar respuesta a estas casualidades, que como definió Arthur Koester al parecer son "chistes del destino".
  

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