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José María Ibáñez.

martes, 18 de diciembre de 2012

ARCHIVOS DESCLASIFICADOS DE LA ANTIGUA UNIÓN SOVIÉTICA (III): EL SUCESO DE TUNGUSKA


AMADO CARBONELL SANTOS

Seguramente el caso de Tunguska sea el acontecimiento más famoso de la ufología rusa y mundial. La madrugada del martes 30 de Junio de 1908, un objeto explotó sobre el cielo de la estepa siberiana iluminando gran parte de la noche de todo el continente europeo, llegando incluso a verse desde tierras francesas y españolas.

Señalización del lugar del suceso
(Foto: wikipedia.org)
El acontecimiento provocó que todos los sismógrafos detectaran un temblor de tierra de nivel 3 en la escala de Richter, dando como resultado la devastación de 2100 kilómetros cuadrados de zona selvática, y aunque no había ningún indicio de cráteres de impacto, los árboles y plantas de la zona habían sido arrasados y derribados sobre el terreno.

Los científicos no sabían cómo interpretar este acontecimiento, el delegado de la rama científica del gobierno ruso alegó que no se habían encontrado restos de roca o artefactos en el lugar del incidente… ¿Estaba diciendo la verdad? Durante los meses anteriores al acontecimiento de Tunguska, muchas personas advirtieron a las autoridades del avistamiento de diversos objetos volando sobre el espacio aéreo ruso.

La mañana del 22 de febrero de 1908, se observó durante más de 30 minutos un extraño objeto muy brillante en forma de V, volando en dirección Norte sobre la ciudad rusa de BrestDurante el mes de abril del mismo año, un objeto se precipitó cerca de las vías del ferrocarril de la provincia de Kovelskaya, en el distrito de Novoaleksandrovsky. La prensa local informaba que el maquinista de uno de los trenes detuvo el convoy y descendió junto con los pasajeros para observar el meteorito, que estaba en su mayor parte enterrado a causa del impacto y presentaba formas pedregosas de color blanco.

Según una publicación del astrofísico Pesach Amnuel, durante el año 1908 hubo un incremento de actividad solar, y algunos de los objetos que orbitaban el Sol en aquel año podrían haberse desviado por acción del viento solar, precipitándose hacia nuestro planeta. Aunque esta explicación, no explicaría el objeto avistado en febrero sobre Brest, ni tampoco el caso de Tunguska.
Imagen de la zona después del suceso
(Foto: wikipedia.org)

En base a las observaciones de los científicos locales de la ciudad siberiana de Irkutsk, un objeto se aproximó con un acimut de 115º y descendió sobre la línea del horizonte con un ángulo de caída de entre treinta y treinta y cinco grados. La trayectoria que describió era en dirección noroeste hasta que desapareció tras las montañas, instantes después se liberó una cantidad de energía similar a una explosión de gran magnitud. Los arboles de las zonas cercanas a Tunguska ardieron durante más de una semana. Las cenizas producidas fueron esparcidas por todo el globo a causa de las corrientes de aire reinantes en el lugar.

Se estima que la masa del objeto era aproximadamente de 100.000 toneladas y la fuerza de la explosión cercana a los 40 megatones, esto equivaldría a 2000 veces la bomba que soltó EEUU sobre Hiroshima (Japón, 1945). Algunos expertos en el campo de la balística que investigaron los testimonios de los científicos locales y los contrastaron con las explicaciones de los lugareños que vivían cerca del lago Baikal, explicaron que el objeto antes de la explosión, sufrió una deceleración y se mantuvo volando a baja velocidad, variando su trayectoria hacia el oeste, mostrando un brillante color blanco azulado mientras pasaba cerca del lago a primera hora de la madrugada.

Alexei Zolotov
(Foto: RIA Novosti)
El científico y ufólogo Aleksey V. Zolotov, propuso que no era un objeto lo que voló sobre la Taiga, sino que eran dos volando muy próximos entre sí que podrían haber sufrido una colisión en pleno vuelo y con ello la explosión a más de dos mil metros de altitud sobre la zona afectada.

Sea como fuere, decenas de millones de personas en todo el mundo fueron testigos presenciales de las secuelas dejadas por el suceso de Tunguska. Durante las setenta y dos horas siguientes al suceso, en toda Europa y Rusia la noche desapareció, llegando incluso a iluminar las calles de la ciudad de Londres.

El observatorio de Irkutsk reportó severas perturbaciones en los campos magnéticos del globo terrestre a 900 kilómetros al sudeste de la zona de la explosión, incluso en las zonas geomagnéticas adyacentes a la zona afectada mostraban perturbaciones atmosféricas similares a las que se observan a alta y mediana altura después de una detonación nuclear, pero a diferencia de éstas, la de Tunguska se produjo después de la descarga de energía.

Durante 10 años, nadie hizo nada por averiguar qué o quién había provocado aquel enorme estallido, o al menos eso es lo descrito en los informes oficiales de sismología.

LAS PRIMERAS EXPEDICIONES A TUNGUSKA
El profesor y científico del Museo de Mineralogía, Leonid Kulik encontró una hoja de calendario en el interior de un cajón del museo, correspondiente al día 15 de Junio de 1910. Lo importante de dicha hoja estaba en su dorso, un impreso redactado a máquina explicaba que un gran meteorito había caído en una gran extensión selvática de la Taiga siberiana.

Kulik era un hombre de acción y con un gran espíritu de conocimiento y aventura, consiguió que la academia Soviética de Ciencias le ayudase a reunir  a un grupo de hombres para que lo acompañasen en la primera expedición a la zona de la misteriosa explosión, a la que partieron en septiembre de 1921. Se entrevistó con muchos testigos y habitantes del lugar, recopilando muchos datos del mismo día del suceso, dándose cuenta que el fenómeno de Tunguska era de proporciones épicas. Ese mismo año no lograron llegar al epicentro del suceso y tuvieron que regresar a Petrogrado (ciudad conocida también como Leningrado).
Leonid Kulik
(Foto: wikipedia.org)

La segunda expedición que lideró Kulik, también fue financiada por la Academia Soviética de Ciencias, partió de nuevo hacia la Taiga en 1927. El propósito inicial de ésta era hallar y estudiar la zona donde se creía que había caído el meteorito. Kulik y su asistente Gulikh llegaron a la región de Vanara en marzo de 1927, es una aldea de poca extensión, formada por algunas casas. Durante el mes de abril, condujeron la expedición hacia el norte junto con Lyuchetkan, el cual era su guía evenko. El 13 de abril descubrieron enormes extensiones de tierra, llenas de árboles derribados. La imagen que se extendía frente a los congregantes del grupo, les dejó sin aliento.

Durante los meses de rastreo, búsqueda de restos e incluso drenando algunos de los lagos cercanos al lugar, no lograron encontrar rastro alguno del meteorito que había provocado aquel desastre ecológico. Durante los 14 años siguientes, el profesor Kulik encabezó varias expediciones más a la zona, pero jamás regresó con una prueba o muestra del meteorito.

LA EXPEDICIÓN SECRETA DE MAKARENKO
El escritor ruso Alexander Leonidovich Kolsky publicó en un libro que hoy día es el libro de cabecera de muchos investigadores de su país, titulado: “En la encrucijada del Universo” editado en 1997, en Kiev. En dicho libro expone que a finales de Junio de 1908, una expedición conformada por científicos rusos y liderada por A. Makarenko trabajó en la zona del Katonga (nombre local que recibe el río Podkamennaya Tunguska).

Makarenko elaboró un informe donde se exponía todo lo que se había investigado, mesurado y obtenido de las diversas búsquedas realizadas en el río, que discurría cerca del lugar del suceso. Pero lo único que escribió es que se sentían muy desorientados en el lugar y no podían pensar con claridad, como si de algún modo sus mentes científicas estuviesen… desactivadas.

LA EXPEDICIÓN A TUNGUSKA DE 1949
Dicha expedición se puso en marcha un año después del primer ensayo de la primera bomba atómica soviética. Los científicos habían comprobado los efectos de dicha bomba en el entorno natural, y los habían comparado con las imágenes obtenidas por un avión de reconocimiento del ejército soviético que había sobrevolado la zona de Tunguska en dos ocasiones, mostrando un patrón muy similar a los restos dejados por la bomba creada por los científicos rusos.

El profesor Lavrenty Beria lideraría dicha expedición, una maniobra secreta del ejército ruso para recuperar los posibles restos del meteoro o de una posible aeronave impulsada por energía atómica, según explicaban algunos científicos que estuvieron bajo el mando de Stalin.
Portada del libro
(Foto: librolibro.es)

Beria llegó a la conclusión junto con los científicos que le acompañaban que los arboles que encontraron habían sido derribados por una onda expansiva de alta intensidad, creada sin duda por una explosión termonuclear. Al regresar a Moscú, cada uno de los científicos de la expedición, incluido Beria se encerraron en diferentes habitaciones con papel y maquinas de escribir, de este modo redactaron el informe con todo detalle de mediciones y observaciones realizadas en la Taiga (balística, radioactividad, magnetismo residual, etc…), mas tarde los oficiales a cargo de Beria recogerían todos los informes y objetos recogidos en la zona de la explosión.

Tuvieron que pasar muchas décadas para que se hicieran públicos los archivos ufológicos de Moscú y otras entidades gubernamentales, algunos de los informes redactados por el propio Beria, describen algunos objetos hallados en las cercanías de la zona de impacto de Tunguska. Según algunos de los científicos que le acompañaban, los restos hallados estaban formados por metales que no eran conocidos en nuestro mundo, de gran ligereza y que mostraban pequeñas trazas de radioactividad en su composición. Muchos de esos restos siguen todavía ocultos en confinamientos vigilados por personal militar ruso. 

A la luz de los últimos descubrimientos realizados por el científico Lavrenty Beria, si estos informes son reales…¿Podríamos decir que el caso Tunguska es uno de los sucesos más importantes y reveladores de la ufología mundial?  Y si es así, ¿Por qué se han ocultados dichas evidencias a la luz pública?

Solo el tiempo tiene la verdadera respuesta a este suceso, que 100 años después, todavía sigue siendo un gran misterio para la ciencia y la ufología.

Texto basado en el libro: Expediente Soviet UFO, de Philip Mantle y Paul Stonehill. Ed.: Nowtilus

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