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José María Ibáñez.

viernes, 21 de junio de 2019

CENTRALIA, EL PUEBLO DE FUEGO Y CENIZAS

Amado Carbonell Santos


¿Se imagina el lector que pudiera vivir en un pueblo donde el subsuelo fuese una gigantesca gruta, consumida constantemente por un incendio fuera de control? Ese lugar existe, está situado en el estado de Pensilvania, a poco más de 250 kilómetros de la ciudad de Nueva York, y su nombre es Centralia.
Bloques de pisos en Centalia
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Aunque actualmente es prácticamente un pueblo fantasma donde solo viven 10 personas, hace algunas décadas fue un próspero pueblo minero, famoso por sus grandes exportaciones de carbón que se extraían del subsuelo y se vendía a todos y cada uno de los rincones de EE.UU. hasta que a mediados de los años cincuenta, cuando el petróleo comenzó a pasar a ser combustible principal de toda la población norteamericana, el carbón fue relegado a un segundo plano, quedando casi obsoleto, pues la gasolina y el fuel eran las estrellas del desarrollo industrial, como demostraron pocos años antes durante la segunda mitad de la Segunda Guerra Mundial.

Tras esta caída de demanda de carbón, los 3.000 habitantes de Centralia se vieron obligados poco a poco a emigrar a otros pueblos y estados, y no por la devaluación de la falta de exportación de carbón, sino más bien por un suceso más peligroso…

En 1962, cuando un grupo de operarios de las minas comenzaron a prender fuego a restos de material, lo cual era una maniobra habitual para evitar dejar residuos cerca de las minas, tuvieron un ligero despiste cuando las llamas comenzaban a tomar fuerza, pues al estar cerca de la entrada de la mina principal, éstas incendiaron los restos de madera y carbón que había, provocando un conato de incendio.

Lograron alcanzar las bombas contra incendios y bañar con agua y espuma toda la zona, y en un principio, los operarios creían que habían logrado extinguir aquel pequeño incendio, pero al haber una gran densidad de humo, no se dieron cuenta de que las llamas ya se habían extendido hacia el interior de la mina, y por ende, al subsuelo del pueblo. Desde ese momento, las labores de trabajos para tratar de extinguir el incendio subterráneo serían constantes, e infructuosas…

En algunas de dichas labores trataron de excavar zonas lindantes al carbón incandescente e inyectar agua fría a presión, pero antes de llegar ni siquiera a tocar el combustible, se evaporaba, pues allí abajo la temperatura llegaba a superar los 300ºC

Otra medida utilizada era la de filtrar a través del suelo grandes cantidades de agua para que fuera refrescando la zona, y finalmente alcanzar las zonas de calor más intenso, pero tampoco resultó, lo cual hacía que el pueblo comenzase a volverse realmente peligroso para sus habitantes.

Las bolsas de Dióxido de Carbono que se iban acumulando en el techo de las minas, ejercía una gran presión hacia el exterior, haciendo que las carreteras y suelos se resquebrajasen para después dejar importantes socavones, desde donde emanaban grandes fuentes de CO2 al exterior.

Otro suceso muy curioso sucedería a mediados del año 1970, donde uno de los operarios de la gasolinera local notó que el combustible salía del surtidor a una temperatura anormalmente elevada, llegando a alcanzar los 75ºC. Hecho que provocó el cierre inmediato del establecimiento, y extracción del combustible para evitar una explosión inminente a causa de una combustión térmica generada por el incendio, que se iba extendiendo.
Emanaciones de vapor de la carretera de Centralia
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Tal fue la repercusión de los hechos, que en los años 80 comenzaban a abrirse pequeños agujeros en el pavimento, provocando ya la histeria de los habitantes, pidiendo una solución. En 1983, el estado de Pensilvania destinó 45 millones de dólares para que toco aquel que lo deseara, pudiera empezar de 0 en otro pueblo del estado. Y tras la gran migración, solo quedaron una cincuentena de personas, las cuales estaban convencidas de que en el pueblo no pasaba nada, y que todo era una maniobra estratégica del gobierno central para quedarse con los terrenos del pueblo, y no se quisieron ir hasta el año 2013 donde finalmente abandonaron su guerra abierta en los juzgados contra el gobierno.

Centralia en ese momento pasó a ser literalmente un pueblo fantasma, donde se puede pasear aun por sus calles, observar como el vapor generador por el carbón ardiendo emana del suelo, como el calor ha ido deformando las calles y carreteras, o como los bloques de pisos y parques, nos recuerdan de manera estremecedora al panorama de soledad y abandono que encontramos en las calles de la ciudad ucraniana de Pripiat, situada a tan solo 3 kilómetros de la central nuclear de Chernobyl.
Cartel de la película "Silent Hill"
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Tal es la desolación que se puede ver en la actualidad, que el gris y lúgubre pueblo de Centralia inspiró la creación del videojuego “Silent Hill”, donde se han recreado algunas de las casas que siguen parcialmente en pie, y que en la película que se estrenó el 21 de abril de 2006 con el mismo nombre, se mostraba acertadamente como el subsuelo del pueblo de Silent Hill era un enorme infierno incandescente.

Curiosamente, el único edificio que sigue intacto (en la realidad y en el film), es una iglesia que se construyó sobre terreno sólido, por tanto bajo ella no existen accesos a través de las grutas y minas del núcleo principal.

Se estima que el carbón existente en las minas de Centralia continuará ardiendo hasta el año 2250, y que se extinguirá paulatinamente hasta quedarse sin combustible en sus entrañas.

Tras conocer al pueblo de Centralia ¿Todavía crees que la realidad nunca supera a la ficción?


FUENTES CONSULTDAS:

-Centralia, el pueblo que lleva medio siglo ardiendo.
Fuente: www.bbc.com
-Grandes Incendios: Centralia.
-Centralia: La ciudad construida sobre el infierno.
Fuente:  www.xatacaciencia.com

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