Amado Carbonell Santos
¿Se imagina el lector que pudiera
vivir en un pueblo donde el subsuelo fuese una gigantesca gruta, consumida
constantemente por un incendio fuera de control? Ese lugar existe, está situado
en el estado de Pensilvania, a poco más de 250 kilómetros de la ciudad de Nueva
York, y su nombre es Centralia.
Bloques de pisos en Centalia www.coolinterestingstuff.com |
Aunque actualmente es
prácticamente un pueblo fantasma donde solo viven 10 personas, hace algunas
décadas fue un próspero pueblo minero, famoso por sus grandes exportaciones de
carbón que se extraían del subsuelo y se vendía a todos y cada uno de los
rincones de EE.UU. hasta que a mediados de los años cincuenta, cuando el
petróleo comenzó a pasar a ser combustible principal de toda la población
norteamericana, el carbón fue relegado a un segundo plano, quedando casi
obsoleto, pues la gasolina y el fuel eran las estrellas del desarrollo
industrial, como demostraron pocos años antes durante la segunda mitad de la
Segunda Guerra Mundial.
Tras esta caída de demanda de
carbón, los 3.000 habitantes de Centralia se vieron obligados poco a poco a
emigrar a otros pueblos y estados, y no por la devaluación de la falta de
exportación de carbón, sino más bien por un suceso más peligroso…
En 1962, cuando un grupo de
operarios de las minas comenzaron a prender fuego a restos de material, lo cual
era una maniobra habitual para evitar dejar residuos cerca de las minas,
tuvieron un ligero despiste cuando las llamas comenzaban a tomar fuerza, pues
al estar cerca de la entrada de la mina principal, éstas incendiaron los restos
de madera y carbón que había, provocando un conato de incendio.
Lograron alcanzar las bombas
contra incendios y bañar con agua y espuma toda la zona, y en un principio, los
operarios creían que habían logrado extinguir aquel pequeño incendio, pero al
haber una gran densidad de humo, no se dieron cuenta de que las llamas ya se
habían extendido hacia el interior de la mina, y por ende, al subsuelo del
pueblo. Desde ese momento, las labores de
trabajos para tratar de extinguir el incendio subterráneo serían constantes, e
infructuosas…
En algunas de dichas labores
trataron de excavar zonas lindantes al carbón incandescente e inyectar agua
fría a presión, pero antes de llegar ni siquiera a tocar el combustible, se
evaporaba, pues allí abajo la temperatura llegaba a superar los 300ºC
Otra medida utilizada era la de
filtrar a través del suelo grandes cantidades de agua para que fuera
refrescando la zona, y finalmente alcanzar las zonas de calor más intenso, pero
tampoco resultó, lo cual hacía que el pueblo comenzase a volverse realmente
peligroso para sus habitantes.
Las bolsas de Dióxido de Carbono
que se iban acumulando en el techo de las minas, ejercía una gran presión hacia
el exterior, haciendo que las carreteras y suelos se resquebrajasen para
después dejar importantes socavones, desde donde emanaban grandes fuentes de
CO2 al exterior.
Otro suceso muy curioso sucedería
a mediados del año 1970, donde uno de los operarios de la gasolinera local notó
que el combustible salía del surtidor a una temperatura anormalmente elevada,
llegando a alcanzar los 75ºC. Hecho que provocó el cierre inmediato del
establecimiento, y extracción del combustible para evitar una explosión
inminente a causa de una combustión térmica generada por el incendio, que se
iba extendiendo.
Tal fue la repercusión de los
hechos, que en los años 80 comenzaban a abrirse pequeños agujeros en el
pavimento, provocando ya la histeria de los habitantes, pidiendo una solución. En 1983, el estado de Pensilvania
destinó 45 millones de dólares para que toco aquel que lo deseara, pudiera
empezar de 0 en otro pueblo del estado. Y tras la gran migración, solo quedaron
una cincuentena de personas, las cuales estaban convencidas de que en el pueblo
no pasaba nada, y que todo era una maniobra estratégica del gobierno central
para quedarse con los terrenos del pueblo, y no se quisieron ir hasta el año
2013 donde finalmente abandonaron su guerra abierta en los juzgados contra el
gobierno.
Centralia en ese momento pasó a
ser literalmente un pueblo fantasma, donde se puede pasear aun por sus calles,
observar como el vapor generador por el carbón ardiendo emana del suelo, como
el calor ha ido deformando las calles y carreteras, o como los bloques de pisos
y parques, nos recuerdan de manera estremecedora al panorama de soledad y
abandono que encontramos en las calles de la ciudad ucraniana de Pripiat,
situada a tan solo 3 kilómetros de la central nuclear de Chernobyl.
Tal es la desolación que se puede
ver en la actualidad, que el gris y lúgubre pueblo de Centralia inspiró la creación
del videojuego “Silent Hill”, donde se han recreado algunas de las
casas que siguen parcialmente en pie, y que en la película que se estrenó el 21
de abril de 2006 con el mismo nombre, se mostraba acertadamente como el
subsuelo del pueblo de Silent Hill era un enorme infierno incandescente.
Curiosamente, el único edificio
que sigue intacto (en la realidad y en el film), es una iglesia que se
construyó sobre terreno sólido, por tanto bajo ella no existen accesos a través
de las grutas y minas del núcleo principal.
Se estima que el carbón existente
en las minas de Centralia continuará ardiendo hasta el año 2250, y que se
extinguirá paulatinamente hasta quedarse sin combustible en sus entrañas.
Tras conocer al pueblo de
Centralia ¿Todavía crees que la realidad nunca supera a la ficción?
FUENTES CONSULTDAS:
-Centralia, el pueblo que lleva
medio siglo ardiendo.
Fuente: www.bbc.com
-Grandes Incendios: Centralia.
Fuente: www.elconfidencial.com
-Centralia: La ciudad construida
sobre el infierno.
Fuente:
www.xatacaciencia.com
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