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José María Ibáñez.

sábado, 1 de junio de 2019

JERICÓ, EL SONIDO DE LA MUERTE

Amado Carbonell Santos


Murallas de Jericó derribadas
www.juventudjosue.wordpress.com

En el sagrado libro de la Biblia, se cuenta en uno de sus innumerables pasajes, concretamente en el capítulo 6 del libro  de Josué, que en el año 1.400 a.d.C., tras atravesar el río Jordan e iniciar el camino final que separaba al pueblo de Israel con la Tierra Prometida, la vasta ciudad amurallada de Jericó se interponía en su camino.

Ésta parecía estar abandonada, ya que no se oían voces que se emitieran desde el interior, y tampoco se observaba ningún movimiento de gente que saliera o entrase de sus murallas, lo cual era muy común en aquellas zonas por la gran afluencia de comerciantes que se desplazaban en aquellas zonas desérticas, tratando de vender su mercancía en todas las ciudades que encontraban en su camino.

Según cuenta la historia bíblica, el Dios de Abraham, por medio de Josué, dio estrictas instrucciones para que el pueblo israelita pudiese hacer frente a aquellos muros y derribarlos. Las órdenes eran claras y simples, el ejército debería patrullar una vez al día el perímetro amurallado durante un total de seis días. En ese momento, todo el pueblo de Israel debía mantener el absoluto silencio, pues según Josué, deberían guardar todas sus fuerzas y su voz para el momento final.

A su vez, siete de sus sacerdotes deberían portar siete trompetas fabricadas con cuernos de carnero conocidas como Shofar, mientras caminaban al frente del Arca de la Alianza, objeto que todavía hoy sigue desaparecido y es todo un misterio para los estudiosos del mensaje de la Biblia.

Al séptimo día, el ejército debería dar siete vueltas alrededor de las murallas, y los sacerdotes debían hacer resonar los cuernos de carnero con gran fuerza, el atronador sonido debía hacer temblar la tierra, a la vez que todo el pueblo israelita debía dar un gran grito al unísono para poder derribar aquellos muros que se interponían en su camino.

El estruendo resultante debió ser colosal, pues los muros de Jericó cayeron en un instante, dejando a la vista la ciudadela y permitiendo a los hijos de Israel continuar su camino hacia la Tierra  Prometida

Este curioso hecho se tomó muy en serio durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo por los ingenieros y diseñadores del fabricante aeronáutico Junkers, que dieron forma al eficaz y temible bombardero en picado Junker Ju-87 “Stuka”.
Sirenas del Ju-87 Stuka
www.lasegundaguerra.com

Este avión portaba uno de los elementos de guerra psicológica más temido por los soldados aliados, La trompeta de Jericó. Estaban situadas en las columnas de los trenes de aterrizaje, y podían ser accionadas por el piloto cuando realizaba el descenso en picado previo a la liberación de las bombas sobre su objetivo.

Antes de que la Blitzkrieg (Guerra Relámpago) se iniciara para la toma de Polonia por parte del ejercito de la Alemania Nazi en septiembre de 1939, Adolf Hitler, haciendo caso omiso del tratado de Versalles firmado el 28 de junio de 1919, quería poner a prueba la efectividad de la Luftwaffe (Fuerza Aérea Alemana), y tuvo la oportunidad de hacerlo llegando a una alianza con Francisco Franco durante la Guerra Civil Española, atacando inicialmente la ciudad de Gernika el 26 de abril de 1937, durante la operación Rügen.
Ju-87 Stuka con la Cruz de San Andrés
www.ileon.com

En el ataque, la Legión Condor alemana y la Aviación Legionaria italiana bombardearon la ciudad de manera constante, por supuesto “camuflados” con la Cruz de San Andrés pintada en sus timones de cola, para ser identificados por las tropas republicanas como aviación nacionalista, ya que de no ser así, lo que era un conflicto bélico nacional, habría pasado a ser el conato de una Segunda Guerra Mundial previa.

Según contaban algunos de los supervivientes de Gernika más ancianos, en el momento en que los aviones se lanzaban en picado, el sonido que emitían era diabólico y ensordecedor, y todos en los refugios antiaéreos sabían que cuando ese sonido aparecía tras las sirenas de aviso a la población, las bombas no tardarían en tocar el suelo.

En la actualidad, se escuchan en algunos lugares del mundo unos sonidos que no tienen un origen definido, sonando repetidas veces en un largo lapso de tiempo, con un tono ligeramente agudo que va pasando progresivamente a tonos más graves conocido como HUM. Los más alarmistas lo suelen equiparar al sonido de las trompetas de Jericó, y alegan sin ofrecer datos concretos que son el sonido previo al Fin del Mundo

Por lo tanto, aquella historia bíblica de hace más de 3.400 años, la cual se mantiene viva no solo gracias a las antiguas escrituras, sino también a los relatos y experiencias contadas por los libros y los pocos testigos que aún quedan con vida de los bombardeos de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, donde aquel agudo, temible y ensordecedor sonido portador de miedo y muerte, todavía resuena en sus memorias.


FUENTES:
-Blog WW2: Historias de la Historia.
-La caída de los muros de Jericó.
-Experimento Stuka


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