José María Ibáñez
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El destino es caprichoso y que mejor muestra que exponer la curiosa e increíble vida de Frane Selak, un profesor de música nacido en Croacia el 14 de junio de 1929, que no solo logró sortear a la muerte tras sufrir siete accidentes sino también, ganar un premio millonario a la lotería.
Esta es su historia. En 1962 Selak realizó un viaje en ferrocarril desde la ciudad bosnia de Sarajevo a la croata de Dubrovnik. A las pocas horas de trayecto el tren descarriló, precipitándose hasta un río helado; diecisiete personas perecieron ahogadas y nuestro protagonista, a pesar de sufrir una leve hipotermia, una fractura en el brazo, algunos golpes y moratones, lograba nadar hasta la orilla y salvarse.
Al año siguiente, durante su primer y único viaje en avión, volaba
de Zagreb a Rijeka, salió despedido de forma violenta al abrirse de forma
inexplicable una de las puertas de emergencia. Cayó sobre el pajar de una
granja cercana; el avión se estrelló sellando la vida de los restantes
diecinueve pasajeros. Selak no sufrió ni un rasguño.
Tres años más tarde, en 1966, tenía treinta y seis años, el
autobús en el que viajaba perdió el control en una curva, se abalanzó por un
terraplén y cayó al río. Fallecieron cuatro personas. Salek consigue alcanzar
la orilla a nado, con apenas unos cortes y moretones.
Cuatro años más tarde, cuando Frane Selak estaba convencido
que su racha de infortunios ya era cosa del pasado, su automóvil sufrió un
incendio mientras conducía; consiguió salir del coche y alejarse del lugar del
siniestro instantes antes del estallido del motor.
En 1973 se compró un vehículo nuevo con el que tuvo otro
accidente muy similar al anterior, aunque en esta ocasión sufriría quemaduras
leves en distintas partes del cuerpo. A partir de entonces Frane decidió que
la forma más segura de viajar, y más si se trataba de desplazamientos cortos,
era ir caminando, pero en 1986, sería atropellado por un autobús, resultando
con algunas heridas leves.
En 1995 adquirió su tercer automóvil y cuando transitaba por
una zona montañosa de Croacia y al salir de una curva, de repente, se encontró
de frente con un camión de las Naciones Unidas que circulaba a gran velocidad
en sentido contrario. Para evitar el choque dio un golpe de volante y terminó
precipitándose cien metros por un acantilado; logró salir por una ventana del
vehículo y caer sobre las ramas protectoras de los árboles.
“No sé si soy el hombre más desgraciado del mundo o el más
afortunado. Prefiero pensar lo segundo”, declaraba Selak a la prensa en junio
de 2003. Unos días después, acababa cumplir setenta y cuatro años, el profesor
de música jubilado compra unos boletos de lotería… y gana casi un millón de euros.
Se compró una casa, un coche y una lancha a motor, se casó
por quinta vez y repartió el resto de sus ganancias entre familiares y amigos. “Ahora
voy a disfrutar de la vida. Nunca he sido más feliz”.
A partir de entonces su vida transcurre de forma apacible y sencilla
esperando la llegada inevitable de la muerte a la que había logrado burlar, nada más y
nada menos, que en siete ocasiones. El “hombre más afortunado del mundo”, como
lo bautizó en su día la prensa, falleció de muerte natural el 30 de noviembre
de 2016, a los ochenta y siete años de edad.
Fuentes:
*La Mano Negra.
*The Guardian.
*guioteca.com.
*lainformación.com
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