VICENÇ ZANÓN
La historia de
la Segunda Guerra Mundial dista mucho de estar completa. Se atribuye a
Churchill aquella famosa frase: “En
tiempo de guerra la verdad es tan preciosa que debe estar rodeada por una
guardia de mentiras.” Si esa
sentencia es cierta, la guerra, con sus terribles consecuencias, aun no ha
terminado.
Durante la Segunda Guerra Mundial Alemania
organizó el transporte de materiales clasificados como alto secreto tanto por
vía aérea como marítima (en este caso siempre utilizando submarinos). Algunos de los misterios que presentan los
hechos acaecidos entonces no han sido resueltos o siguen clasificados, a más de
70 años del inicio de la contienda. Quizás un epitafio adecuado para esa época
sería el título de una novela de Philip K. Dick: “La penúltima verdad”
Submarino de crucero tipo IXD |
Pongamos como ejemplo el caso del sumergible U-859 (un
submarino de crucero tipo IXD habilitado como transporte). En fecha de 4 de
Abril de 1944 a las 4:40 abandonó su puerto en Kiel con misión desconocida,
llevando a bordo 67 hombres y… 33
toneladas de mercurio, selladas en botellas de cristal situadas en el
interior de contenedores estancos de latón, así como óxido de Uranio. Este sumergible fue hundido finalmente por un
sumergible aliado, el HMS Trenchant, en el estrecho de Malaca, en las
proximidades del Océano Índico. Hubo un total de 20 supervivientes. Casi tres
décadas después los supervivientes rompieron su silencio mientras que el
Gobierno de Alemania Federal reclamaba oficialmente el mercurio y el contenido del
buque hundido. El mercurio, en
teoría, era para la industria japonesa
de municiones, pero otros autores apuntan a un uso totalmente distinto. Las razones de
ese uso tan particular hay que buscarlas en los agitados años de entreguerras.
TRANSMUTACIONES METÁLICAS Y CORPORACIONES ALQUÍMICAS
Estamos en el
año 1924. Las grandes potencias buscan acuerdos que permitan alcanzar una
estabilidad monetaria internacional. Gran Bretaña se esfuerza en restablecer el
patrón-oro, mientras que Alemania necesita préstamos internacionales para
tratar de asentar su nueva moneda, el Rentenmark, que acababa de sustituir a un
marco sin valor alguno. La inflación y los especuladores son moneda común.
El martes 8
de julio de 1924, los lectores del Frankfurter
Zeitung se encuentran con un extraño
artículo que no habla de la inflación creciente ni relata los últimos
resultados de los Juegos Olímpicos de París. El autor del artículo es ni más ni
menos que un físico de renombre: Walther Gerlach –futuro Premio Nobel de Física
junto con Otto Stern- . El título del artículo es, cuanto menos, chocante para
un académico de su talla: “La
transmutación del mercurio en oro”.
Dr. Walther Gerlach |
Stammreich
incluso llegó a patentar el proceso (patente 233,715). En ambos casos la
cantidad de oro dependía, en parte, de la diferencia de potencial eléctrico, de
la intensidad de corriente y de la presión del vapor de mercurio.
La década de
los años 20 fue, en este aspecto y durante un breve tiempo, la de la
vindicación de la alquimia por parte de algunos físicos. A Miethe y Stammreich
se sumó pronto Nagaoka en Japón, que obtuvo resultados similares; sobre el
fenómeno opinaron otros físicos célebres, como el Premio Nobel FredericK Soddy,
en la revista Nature. Evidentemente, el proceso en sí era ruinoso
económicamente, pero el dato a retener es que dichas transmutaciones se
efectuaban sin utilizar bombardeo de neutrones o la potencia de un acelerador de
partículas, que es la forma universalmente aceptada para
transmutar elementos.
En 1926 la revista Scientific American trató de replicar estos experimentos pero fracasó en el empeño. Parece, sin embargo, que hay elementos a tener en cuenta que no fueron contemplados en los experimentos norteamericanos, como por ejemplo, las condiciones cósmicas bajo las que se realizaban. Este resulta ser un factor vital para muchas experiencias similares y quizás quien más lo puso de relieve fue el físico italiano Giorgio Piccardi, que se refirió a fenómenos similares como “fenómenos físico-químicos fluctuantes” (1) ¿Acaso no recuerda esto las preparaciones de los antiguos alquimistas, trabajando bajo determinadas configuraciones celestes?
Walther
Gerlach era uno de los que sentaron las bases de la mecánica cuántica
(experimento Stern-Gerlach) y un especialista en el espín (o spin), una
propiedad fundamental de las partículas físicas que se refiere a su momento
angular. También era un experto en resonancia magnética. Por último, hay que
recordar que llegó a ser plenipotenciario del programa atómico alemán en 1944 (2) (aunque sería más
correcto decir de uno de los
programas, ya que el otro estaba dirigido por las SS) y es ahí donde volvemos
al punto de partida, como veremos más adelante, a la “misteriosa carga” de
algunos submarinos alemanes a finales de la guerra.
Franz Tausend |
El tiempo
corría también para los aliados en la carrera por el arma definitiva y, aunque
la historia oficial nos explica que todo empezó con una explosión cegadora en
Alamogordo, Nuevo México, sus raíces nos llevan a Europa.
BUSCANDO A FULCANELLI Y A EDWARD DUTT DESESPERADAMENTE
En efecto,
con el final de la guerra en Europa, el denominado “Grupo ALSOS” se dedicaba a
reclutar cuanto científico alemán o del Eje pudiera. Tan sólo una ínfima parte
de lo que se descubrió ha sido hecho público y a cada año que pasa se
incrementa el goteo de hechos extraordinarios que nos muestran hasta que punto
la ciencia había tomado rumbos distintos en el bando que perdió la guerra. Jacques Bergier menciona en “El retorno de
los brujos” como un comandante anónimo, del cual el profesor Samuel A.
Goudsmidth ha contado algunas de
sus aventuras en el libro “ALSOS”, se puso en contacto con él. Según
cuenta Bergier, dicho militar: “Estaba muy agitado y parecía que lo
espoleaban desde Washington. Quería saber ante todo lo que Bergier había
logrado descubrir o adivinar sobre los proyectos nucleares alemanes. Pero,
sobre todo, era indispensable para la salvación del mundo, para la causa aliada
y para el ascenso del comandante, encontrar urgentemente a Eric Edward Dutt y al alquimista conocido por el
nombre de Fulcanelli.” El misterioso
personaje que se oculta bajo el nombre de Fulcanelli ha sido objeto de una
cantidad enorme de especulaciones y sus obras son bien conocidas (Las Moradas
Filosofales, El Misterio de las Catedrales), sin embargo, de Dutt apenas si se
conoce nada. Volviendo a lo que comenta Bergier: “Dutt, sobre el cual Helbronner (3) había
sido llamado un día a declarar, era un hindú que pretendía tener acceso a unos
manuscritos antiquísimos. Afirmaba haber extraído de ellos ciertos métodos de
transmutaciones de los metales, y, por medio de una descarga condensada a
través de un conductor de boruro de tungsteno, obtenía señales de oro en los
productos recogidos.”
Dutt obtenía
trazas de oro partiendo de mercurio. Eric Edward Dutt es un personaje
casi tan misterioso como Fulcanelli, pero con la diferencia de que prácticamente
no hay nada escrito sobre él. Ciudadano británico de origen hindú e hijo de
Percy Chaud Dutt, de Jubbulpore, Provincias Centrales, India, vivió
inicialmente en Londres y estuvo casado con Dorothy Shakuntala Dutt, la cual
pidió el divorcio en el año 1929. Del Reino Unido se trasladó a Suiza, donde
dispuso de un laboratorio en Hilterfingen, cerca de Thun. Posteriormente fija
su residencia en Paris ¿conoció allí a Fulcanelli? Lo cierto es que afirmó
haber trabajado con Madame Curie. Dutt llegó a patentar numerosos
procedimientos químicos que pueden encontrarse en el registro de patentes y, al
parecer, era una especie de aventurero que se movía de un país a otro. En 1936 aparece
súbitamente en Grecia, haciendo una escala en su viaje a la India, -donde al parecer disponía de otra
residencia- y se dirige a la embajada americana en Atenas. Allí se entrevista
con un funcionario de la embajada, un tal MacVeagh, y se presenta como un “electro-químico” que
realizó investigaciones en Cambridge y trabajó con Madame Curie en Paris. Lo
que explica después es algo pavoroso que alarma al funcionario. Expone que
tiempo atrás había desarrollado un medio para obtener sintéticamente el
elemento Polonio. El procedimiento no se basaba en su extracción de la pechblenda,
sino que se producía por transmutación. No aclara qué isótopo de Polonio
produce, pero como es bien sabido el Polonio es radioactivo y extremadamente
tóxico. Su manejo es muy peligroso y requiere equipo especial y altas
condiciones de seguridad. Detalla que un sólo gramo de polonio disuelto en 1,
000,000 de Tm de agua sería fatal para todo el que bebiera dos litros del agua
contaminada. Dutt explica que tiene conocimiento de que el procedimiento fue
vendido a la Delegación Soviética de Comercio (el habría tratado de vender el
proceso de obtención de Polonio a Francia y a Inglaterra, sin éxito (4)) y que la Unión Soviética puede producirlo y
usarlo bélicamente como gas venenoso. Igualmente comenta que cierta cantidad
podría haber salido ya hacia los EEUU donde serviría para contaminar el agua o
quizás fuera empleada contra las tropas italianas en Abisinia. McVeagh comenta, sobresaltado, que un proceso
así podría llegar a contaminar la Tierra si escapara de control.
El mismo día
en que estalla la Guerra Civil en España, 18 de Julio de 1936, se remiten
sendos telegramas a los EEUU: al Departamento de Guerra y al Secretario de
Estado, informando de lo que ha declarado Dutt. McVeagh parece haberse
informado posteriormente y, como si quitara hierro a los primeros mensajes,
añade que el Foreign Office británico tiene a Dutt por “un conocido impostor”.
Para ser un “conocido impostor”, hay que añadir que estos telegramas no fueron
desclasificados… ¡hasta 1980! Posteriormente Dutt desaparece, no se sabe si finalmente llegando a la
India, como dijo, o hacia otra parte. Los registros del Departamento de Estado
norteamericano indican que estuvo en España, siendo delegado del Partido
Revolucionario de Gopal Mukherjee ante el gobierno de Franco. En Francia estuvo
en contacto con el Abwehr, el Servicio de Inteligencia militar alemán, pero en
1941 ofreció también sus servicios a los británicos como agente doble. Dutt,
alias Chand, vivía no sólo como un aventurero científico, sino también como un
espía. Lo cierto es
que el grupo ALSOS no lo encuentra por ninguna parte. Como Fulcanelli parecía
haberse esfumado. Finalmente les informan que Eric Edward Dutt, había sido fusilado por el
contraespionaje francés en África del Norte por colaboracionista.
En 1937,
Jacques Bergier se había entrevistado, a petición de André Helbronner, con un
misterioso personaje que identificó como Fulcanelli. Sus palabras respecto a
los descubrimientos en física atómica fueron de precaución, avisando de un gran
peligro: “Monsieur André Helbronner, del que tengo entendido que es usted ayudante, anda
buscando la energía nuclear. Monsieur Helbronner
ha tenido la amabilidad de ponerme al corriente de algunos de los resultados
obtenidos, especialmente de la
aparición de la radioactividad correspondiente al Polonio, cuando un hilo de
Bismuto es volatilizado por una descarga eléctrica en el seno del deuterio a alta presión. Están
ustedes muy cerca del éxito, al igual que algunos otros sabios contemporáneos.
¿Me permite usted que le ponga en guardia? Los trabajos a que se dedican
ustedes y sus semejantes son terriblemente peligrosos. Y no son sólo ustedes
los que están en peligro, sino también la Humanidad entera.” Finalmente, el
desconocido interlocutor de Bergier advierte del peligro de contaminación de la
atmósfera de todo el planeta.
En la
inmediata posguerra, el comandante de ALSOS, en prueba de agradecimiento por su
ayuda, hizo llegar a Bergier, antes de su publicación, las pruebas de imprenta
del informe “Sobre la utilización militar de la energía atómica”, por el
profesor H. D. Smyth. Este texto contenía curiosas confirmaciones de las
palabras formuladas por Fulcanelli en junio de 1937: “La memoria de Smyth aludía igualmente a radiaciones venenosas, a gases, a polvos
radiactivos de extremada toxicidad y que podían prepararse en grandes
cantidades con relativa facilidad. El alquimista había hablado de un posible envenenamiento de todo el
planeta.”
Dutt era un
experto en alquimia hindú, es decir, Rasa Shastra o la ciencia del mercurio.
La alquimia hindú se divide en nueve categorías, la
primera y más importante está referida al mercurio, considerado el metal
maestro, por encima de los demás. En los tratados alquímicos védicos, cualquier
preparado alquímico medicinal multiplica su fuerza por diez si en el interviene
el mercurio. Es más, los
fabulosos Vimanas, las naves de los dioses descritas en las epopeyas como el
Ramayana y Mahabharata o en el Samarangana Sutradhara hacían uso del mercurio para propulsarse. Encontraremos también el uso de mercurio en
algunos misteriosos proyectos alemanes, como por ejemplo el que era conocido
como “Die Glocke”
(La campana) que utilizaba mercurio circulando a una elevada velocidad en dos
contenedores contrarrotatorios. Este
proyecto fue dirigido por Walther Gerlach, pero esto es tema para otros
artículos.
Por lo que
hace al Polonio y su uso por la Unión Soviética, nunca más se supo nada al
respecto. Nunca se produjo ningún uso de esa arma de destrucción masiva, quizás
por el riesgo de terminar contaminados tanto agredido como agresor. De todas
formas, recordémoslo, han existido rumores de que el Polonio ha sido una de las
armas “silenciosas” usadas por el KGB (o actualmente por el FSB). Quizás el
caso más obvio sea el de Aleksandr Litvinenko, muerto por envenenamiento de
Polonio con los síntomas que describió exactamente Dutt.
Han pasado décadas desde el final de la
Segunda Guerra Mundial, pero este tipo de investigación ha caído en el olvido y
cualquier tipo de resultado importante ha sido puesto bajo alto secreto. Quizás
un eco fue el extraño caso del “mercurio rojo” y la auténtica paranoia de “caza
al terrorista” que se dio en los años 90 del siglo pasado. La explicación
oficial nos cuenta que fue una especie de elaborado fraudepara capturar a terroristas en busca de armas
nucleares, pero hay muchos hechos que no encajan con esta descripción. El
mercurio rojo sería un tipo de material balotécnico con una
capacidad de densidad energética tan grande que permitiría construir bombas de
fusión sin necesidad de utilizar como detonante una bomba de fisión. Ello
abriría el paso a bombas de fusión en miniatura, lo que convertiría a nuestro
ya atribulado mundo en un infierno potencial. En la entrevista que mantuvo
Jacques Bergier con Eugéne Canseliet, éste le advierte: “…Estoy
en condiciones de afirmar que puede
lograrse la fusión atómica partiendo
de un mineral relativamente común y barato, y ello mediante un proceso
de operaciones que sólo requieren una buena chimenea, un horno de fundición de
carbón, unos cuantos mecheros "Mecker" y cuatro botellas de gas
butano.”
Es mejor que
este secreto siga bajo siete llaves, de lo contrario nuestro final sería
parecido a lo que comenta el Premio Nobel Frederick Soddy en L'interprétation du Radium: “Pienso que
existieron en el pasado civilizaciones que conocieron la energía del átomo y
que fueron totalmente destruidas por el mal uso de esta energía.”
(1) Hay actualmente un Comité Internacional para el estudio de los fenómenos
fluctuantes.
(2) Sustituyó en su cargo a Abraham Esau, ¡un conocido físico judío alemán que
dirigía ni más ni menos que el programa nuclear del III Reich y propuesto por
Hermann Göering! La Segunda Guerra Mundial, examinada de cerca, guarda muchas
sorpresas no concordantes con la “versión oficial”. Otro ejemplo serían los más
de 100,000 soldados alemanes de origen judío que combatieron por la Alemania
nazi, algunos de ellos en puestos de gran importancia, incluso mariscales, como
Erhard Milch en la Luftwaffe. Otros incluso situados en lugares de honor, como
soldados ejemplares.
(3) Helbronner fue el primer profesor de fisicoquímica de Francia y conoció a
Jacques Bergier. Fue uno de los que conoció personalmente a Fulcanelli.
Investigó en física nuclear en su laboratorio del nº 49 rue Saint-Georges, en Paris. Trabajó para la
red clandestina de la Resistencia « Marco Polo », siendo detenido y
deportado, muriendo posteriormente en el campo de Buchenwald.
(4) Eric Edward Dutt trató de vender su proceso de obtención de Polonio a las
firmas Vickers y Skoda
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