Juan Ramón Pons
Foto: www.diariodemallorca.es (Bous de Costitx)
A
veces la Historia es caprichosa. Cuando menos lo esperas, en medio de una
investigación, aparece un documento o una pista que te conecta con un elemento
patrimonial que creías perdido, borrado por el paso del tiempo.
Es
lo que ha ocurrido con una escalera gótica de Can Nogués, un
antiguo casal del Carrer de l’Aigua de Palma, que ha reaparecido en el Museo
de Arte de Princeton (Estados Unidos)
La
escalera, de estilo gótico, formaba parte de Can Nogués, un casal del Carrer
de l’Aigua que desapareció cuando se abrió la Avenida Jaume III. Su
estructura fue adquirida por una galería y, décadas después, ha reaparecido en
el Museo de Arte de Princeton junto a una balaustrada y unas columnas de Can
Ayamans que están fechadas entre los siglos XV y XVI.
Las
piezas fueron donadas en 1955 por la baronesa Cassel van Doorn, aunque
su viaje comenzó mucho antes: en 1929, el anticuario Josep Costa,
conocido como “Picarol”, las vendió al tratante estadunidense Arthur
Byne, que las destinó al magnate William Randolph Hearst —el célebre “Ciudadano
Kane de Orson Welles—.
No
es el único caso. Parte del patrimonio mallorquín también se encuentra lejos de
la isla. Los célebres Bous de Costitx, hallados en 1895 junto al
santuario talayótico de Son Corró, se conservan hoy en el Museo Arqueológico
Nacional. El Atlas Català de los Cresques, joya de la cartografía
medieval elaborada en 1375, forma parte de los fondos de la Biblioteca Nacional
de Francia. Y las Leyes Palatinas del Rey Jaume III, que
regulaban la vida de la corte mallorquina, se custodian en la Biblioteca Real
Alberto I de Bruselas.
Por
último, también podríamos incluir el Estandarte de Pollentia que también
se halla en el Museo Arqueológico Nacional… En definitiva, es un patrimonio que
está fuera de casa y queramos o no forman parte de un sentimiento de
pertenencia a la isla. La gran pregunta será si volveremos a disfrutarlos en la
Isla…. En mi opinión es poco optimista porque basta ver cómo las autoridades
locales, ya sean del partido político que sea… cómo cuidan el Patrimonio
Histórico y ahora no podemos reclamar que vuelva un patrimonio que fue vendido
en un contexto muy diferente al actual.
También
podríamos añadir el estandarte de Pollentia, conservado
igualmente en el Museo Arqueológico Nacional. Todos ellos forman parte de un
patrimonio que, aunque esté lejos de casa, sigue siendo un pedazo de nuestra
memoria colectiva.
¿Volverán
algún día a Mallorca? Probablemente no. Y no tanto por la falta de voluntad
ajena, sino por el escaso cuidado que a menudo mostramos hacia nuestro propio
legado. Pero recordarlos, conocer su historia y reivindicar su valor es, al fin
y al cabo, una forma de mantener viva la conexión con lo que fuimos y seguimos
siendo.
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