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José María Ibáñez.

martes, 18 de marzo de 2014

JACQUES BERNARD DE MOLAY

JUANA MARÍA HERNÁNDEZ JOY

Hoy, 18 de  marzo de 2014 se cumplen 700 años de la muerte de Jacques de Molay, último Gran Maestre de la Orden del Temple.

“Yo soy, Jacques Bernard de Molay, nací en Vitrey, departamento del Alto Saona de la Diócesis de Besançon, cerca de las laderas del Jura, el día 9 de junio de 1243. Soy hijo del Señor de Lonvy, heredero de Mathe y Señor de Rahon, gran población cerca de Dôle, de la cual dependían muchas otras, pero principalmente Molay. Seducido desde muy joven por la piedad, la valentía y la honestidad de los caballeros del Temple, siempre deseé ingresar en la orden; cosa que intenté varias veces, pero el artículo 62 de la norma que San Bernardo dio a los templarios decía textualmente: -Aquel que tenga por designio meter a su hijo o a su pariente en la religión de los caballeros, que lo crie hasta la edad en que tenga la fuerza y el valor para llevar las armas-. En otras palabras; no me estaba permitido el ingreso hasta que no hubiese alcanzando la mayoría de edad, un límite que entonces estaba establecido en los 21 años. Y tuve que esperar a que llegara el año 1265 para poder ser admitido por la Orden del Temple, esto sucedió en la ciudad de Beaune (Francia), recibiéndome el que en aquél entonces era el visitador de Francia, Imbert de Perand, en la capilla de dicha residencia templaria. Mi carrera en el Temple fue meteórica, ascendiendo en la jerarquía de la orden templaria de manera muy rápida, siendo nombrado visitador general de Bretaña.  En el año 1292, y tras la muerte de Thibaud Gaudin el 16 de abril de ese mismo año, fui nombrado Gran Maestre de la Orden tres días después, el 19 de abril. Contaba ya en aquél entonces con 54 años de edad. En la primavera de 1293, dejé Rouen para viajar al oeste de Francia, donde se tenían que celebrar dos capítulos generales de la orden, el primero en Montpellier en 1293 y luego en Arles en 1296. Mi viaje me llevó a Provenza, pero también me acerqué a Cataluña, después a Italia y por último, viajé a Inglaterra. Entrados ya en el año 1305 regresé a Paris con un gran séquito de Caballeros y un gran tesoro de ciento cincuenta mil florines y diez mulas cargadas de plata… El 12 de octubre de 1307 el rey me había convocado en Paris a los solemnes funerales de su cuñada Catherine de Courtenay. Al día siguente, 13 de octubre, él mismo ordenó mi detención y fui apresado y encarcelado bajo la acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz, simonía, herejía e idolatría. Seis días después comenzaron mis primeras confesiones, todas ellas obtenidas bajo tortura. El día 24 de octubre ya no podía más; comencé a derrumbarme ante el continuo tormento y ya al día siguiente 25 de octubre estando en la cámara de tortura, confesé mi culpabilidad ante los cargos que se me imputaban. El día 22 de diciembre de 1313, Clemente V nombra a tres cardenales para juzgarnos a mí y a otros tres de mis compañeros.”

Al amanecer del aquél fatídico día 18 de marzo de 1314, Jacques Bernard de Molay junto a Godofredo de Charnay, Hugo de Pairaud y el comandante de Aquitania abandonan las mazmorras de la Casa del Temple y son trasladados a las escalinatas de Notre-Dame para escuchar su sentencia. Jacques de Molay se retracta de sus confesiones, obtenidas bajo tortura y es condenado a muerte. Al atardecer de ese mismo día es llevado y quemado en la hoguera en la Isla de los Judíos, que desde ese día pasará a llamarse Isla de los Templarios.

Sus últimas palabras antes de morir fueron: “!Papa Clemente! ¡Caballero Guillermo! ¡Rey Felipe! ¡Antes de un año yo os emplazo para que comparezcáis ante el tribunal de Dios, para recibir vuestro justo castigo! ¡Malditos, malditos! ¡malditos todos, hasta la decimotercera generación de vuestro linaje!” “Ah, Clemente, Clemente… verdugo de tus hijos! ¡La Orden del Temple nunca morirá!”. Luego, las llamas lo abrasaron por completo y Jacques Bernard de Molay, el último Gran Maestre de la Orden del Temple, se hundió entre las brasas y su vibrante voz calló para siempre.

Día 20 de abril de 1314, muere Raimundo Bertrand de Got, Clemente V; fue el primero de los papas de Avignon. Comienza el cumplimiento de la maldición del Gran Maestre. En mayo de ese mismo año de 1314 muere el canciller Guillermo de Nogaret, segunda persona maldita por De Molay. Y el día 26 de noviembre muere Felipe el Hermoso. Se completa así la maldición del “último templario”.

Voy a terminar mi artículo con casi las mismas palabras con las que lo comencé… En menos de doce horas se cumplirán los 700 años de la muerte en la hoguera de Jacques Bernard de Molay, el último Gran Maestre de los Templarios. Murió su cuerpo, pero no su espíritu, el cual se ha mantenido vivo hasta nuestros días. Mientras haya corazones puros, el auténtico y verdadero Temple nunca morirá.