José María Ibáñez
Decir que se trata de un proyecto real, demencial, auspiciado, como no, por la CIA. Fue bautizado
como “Acoustic Kitty” (gatito acústico) y fue tan insólito y ridículo que nos
da la sensación que formaba parte de una desastrosa sátira de espionaje. Decir que la
operación, tras gastar más de veinte millones de dólares, fracasó
estrepitosamente.
De
todos es conocido que, durante la Guerra Fría, la CIA y otros grupos secretos que formaban parte de la inteligencia militar, se dedicaron con ahínco a la
búsqueda de métodos para infiltrarse en conversaciones de los soviéticos. Pues
bien, en los años sesenta lanzaron dicho proyecto, que consistía en implantar
un micrófono y una antena a un gato vivo para que pudiera grabar conversaciones
en lugares públicos y embajadas.
La
duración del proyecto abarcó cinco años, desde 1961 a 1966, durante los cuales
el minino fue convenientemente amaestrado y sometido a las intervenciones
quirúrgicas necesarias para dotarlo de los artilugios que pudieran captar las
conversaciones. El pequeño felino, dicen los informes, fue entrenado durante
años para que ignorase estímulos como la comida, ruidos, y se centrase única y
exclusivamente en su “importante cometido”. En su primera misión, el gato fue
liberado cerca de la embajada soviética situada en Washington D.C. Otros dicen,
que liberado cerca de un parque localizado en las cercanías de una cafetería
donde se iban a reunir, durante el almuerzo, un par de espías de la URSS.
La
misión encomendada al gatito consistía en aproximarse lo suficientemente para
que el micrófono que llevaba implantado lograse registrar las conversaciones
mantenidas por los agentes. Sin embargo, el animalito fue arrollado por un taxi
a los pocos minutos de ser soltado, finalizando de un plumazo con el
descabellado proyecto, muriendo de forma instantánea; trágica, absurda.
El
proyecto fue automáticamente cancelado y considerado un fracaso total, aunque
algunos informes afirman que el equipo técnico funcionaba correctamente. El
documento que registra tanto el desarrollo como la puesta en práctica de este
proyecto, fue revelado al público en el año 2001, después de un proceso de
desclasificación documental, aunque lo cierto es que todavía se encuentra
parcialmente censurado, pues la CIA es reticente, dicen, a mostrar todos los
datos de esta operación.
Con
la muerte accidental del gato se perdieron todos los millones de dólares que
durante cinco años habían sido invertidos, por lo que no resulta extraño que
meses más tarde la CIA optara por cancelar y abandonar el proyecto ante los
elevados costes que presentaba y los riesgos que entrañaba la puesta en
práctica de la misión. En los documentos desclasificados se dice que «los
factores ambientales y de seguridad que concurren en el uso de esta técnica en
una situación real, nos obliga a concluir que para nuestros propósitos no sería
viable». No dice nada, se supone, de lo salvajes y ridículos que llegan a ser
con sus comportamientos.
El
proyecto, o parte de él, fue desclasificado en 2001, revelando algunos detalles
que habían permanecido ocultos durante décadas. Aunque nunca hubo un juicio
formal, el caso ha sido objeto de críticas éticas y científicas, y se cita como
ejemplo de los límites de la utilización de animales en el espionaje.
En
definitiva, Acoustic Kitty ha sido mencionado en documentales, libros y series
sobre espionaje, como símbolo de lo surrealista, y de lo ridícula y salvaje que
puede llegar a ser la llamada “inteligencia” militar.
FUENTES CONSULTADAS:
*Archivo de Historias Olvidadas.
*es.wikipedia.org
*rpp.pe.usa
