LA REALIDAD OCULTA

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SEPARA LA REALIDAD DE LA FANTASÍA.
José María Ibáñez.

viernes, 29 de octubre de 2021

EL REALISMO FANTÁSTICO DE JACQUES BERGIER

José María Ibáñez


"No somos ni materialistas ni espiritualistas: esta distinción no tiene ya para nosotros el menor sentido. Sencillamente, buscamos la realidad sin dejarnos dominar por el reflejo condicionado del hombre moderno (a nuestros ojos retardatario), que vuelve la espalda en cuando esta realidad adquiere un aspecto fantástico".

Louis Pauwels y Jacques Bergier (El retorno de los brujos).


(agoped.wordpress.com)

Una hemorragia cerebral acabó con la vida de Jacques Bergier. La muerte le sorprendió en su domicilio de París el 23 de noviembre de 1978. Tenía 66 años. Científico, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York y de la Royal Society de Londres, fue galardonado, entre otras muchas distinciones, Caballero de la Legión de Honor, condecorado con la Cruz de Guerra y con la Medalla de la Resistencia. Pero también fue alquimista, espía y un apasionado estudioso del misterio, de lo inexplicable, de la alquimia, de las sociedades secretas...

Nació el 8 de agosto de 1912 en Odessa (Ucrania). Hijo de Michel Bergier, tendero y comerciante de pieles y Etila Kzeminiecka, activista revolucionaria en su juventud. Era un niño superdotado; a los cuatro años ya lee con fluidez en ruso, francés y hebreo, no asiste a ninguna escuela, estudia en casa con profesores privados.

En 1920, en plena guerra civil rusa, la familia decide abandonar el país y emigrar a Francia, fijando su residencia en París. Cursa los estudios secundarios en el Lyceé Saint-Louis y las carreras de ciencias e ingeniaría química en la Facultad de Ciencias de París, la Escuela Nacional de Química de París y la Sorbona. Durante su época de estudiante sus compañeros ya observaban en él una incansable curiosidad por todo lo inexplicable, y su innata afición por las hipótesis.

Sus investigaciones en el campo de la ciencia se inician en 1931; se desarrollan hasta 1940, trabajando codo con codo con su compañero de estudios, el químico Alfred Eskenazi, el físico Vladimir Gavreau, descubridor del cañón sonoro y con Helbroner, el padre del agua pesada.

Bergier era un apasionado de la alquimia y conoció, según cuenta él mismo, nada más y nada menos, que al gran alquimista Fulcanelli. Efectivamente, fue en la primavera de 1937 cuando fue invitado a visitar un laboratorio de París, donde trabajaba un enigmático hombre de mediana edad.


Su vida da un giro total al estallar la Segunda Guerra Mundial. Aparca sus estudios e investigaciones y orienta todos los conocimientos adquiridos al servicio de la causa; organiza diversos laboratorios clandestinos para la fabricación de bombas, fabrica dispositivos de escucha y transmisores de radio, falsifica documentos y monedas. Entra a formar parte de la resistencia francesa, primero en Toulouse y luego en Lyon, y se convierte en uno de los principales líderes de la Red Marco Polo. Gracias a la información suministrada por la red clandestina, la noche del 17 de agosto de 1943, la Fuerza Aérea Real pone en marcha la Operación Hidra, la mayor acción británica durante la Segunda Guerra Mundial contra un solo objetivo; bombardea la base secreta de experimentación con cohetes de Peenemünde, donde se estaba fabricando el misil V-2.

El 23 de noviembre de 1943 es detenido por la Gestapo y confinado durante tres semanas en Neue Bremm, el campamento dirigido por la propia Gestapo, donde acaba siendo cruelmente torturado; viviendo distintas experiencias paranormales a causa de los sufrimientos que padece. A las tres semanas lo trasladan al campo de concentración de Mauthausen donde se une y acaba dirigiendo la organización clandestina de resistencia.

Finalizada la contienda y vencida la Alemania nazi, Bergier colabora estrechamente con los servicios secretos aliados, principalmente, para localizar y dar caza a los científicos más importantes del III Reich. Sus pesquisas y, más importante todavía, sus contactos, le permiten descubrir el poder oculto que ostentaban entre bambalinas las sociedades secretas en el devenir de los acontecimientos más importantes de la historia y, también, los distintos núcleos de iniciados como el grupo Thule. Se dedica con ahínco a escribir sobre ciencia, alquimia, sociedades secretas que se mueven entre bambalinas, espionaje, misterios y fenómenos extraños y ocultos. Formando tándem con Louis Pauwels escribe su obra cumbre, "El retorno de los brujos" y edita la revista "Planete", emblemas de la corriente del Realismo Fantástico.

Jacques Bergier nos habla de la existencia de una "Agenda Oculta" que estaría en poder de los jerarcas de las grandes multinacionales de la información. En dicha agenda, se anotan las cuestiones más importantes y trascendentes que no deben ser nombradas en los distintos medios de comunicación. La prohibición de profundizar en ciertas temáticas "... es de alcance mundial y universal, sin tener en cuenta el régimen político del país en cuestión". Dicho planteamiento, aunque de inicio nos resulte un tanto descabellado, no debe sorprendernos en absoluto, más si tenemos en cuenta que éste pionero de la corriente del Realismo Fantástico, dedicó gran parte de su vida a la investigación de los enigmas y misterios de nuestra historia, eso sí, siempre a caballo entre la ciencia y la pseudo-ciencia. No debemos olvidar que durante y una vez finalizada la contienda mundial desempeñó un papel de suma importancia como miembro de los servicios secretos aliados. Por lo tanto, esta posición privilegiada le permitió estar en contacto continuo con importante y trascendente información velada para el común de los mortales.


En 1977 publica su autobiografía "Je ne suis pas une légende" (No soy una leyenda). En realidad, no nos lo cuenta todo y el anónimo lector acaba exasperado al no encontrar lo que realmente espera descubrir. Nuestro protagonista solía hablar muy poco de sus actividades en los servicios secretos durante la guerra fría; de sus estudios, sus investigaciones y sus descubrimientos en el campo de la alquimia, de su papel en lo que el mismo denominaba "El Gran Juego" y, tampoco, de la existencia de "Los Grandes Desconocidos". 

Bergier era un hombre misterioso que, sin duda, guardaba más de un secreto inconfesable. Dicen que tenía pocos amigos y ni sus colaboradores más allegados sabían el lugar exacto donde vivía. "Es cierto -escribía el periodista y escritor Jean-Louis Degaudenzi en las páginas de Mundo Desconocido- que había utilizado durante su asombrosa existencia tantos seudónimos o vocablos de espía, todos cargados de sentido, que algún día habrá que descifrarlos para encontrar en ellos, quizás, el verdadero itinerario de este extraño personaje (...) El rechazo de las evidencias mediocres, la curiosidad por los misterios que rigen nuestro destino, ese gusto por ir más allá de las apariencias que caracterizan a nuestro tiempo a menudo se lo debemos a Jacques Bergier".

Jacques Bergie murió en soledad y sus restos mortales reposan en el cementerio de Pantin, en las afueras de París. Alguien, no recuerdo quién, escribe que los más de tres mil libros y revistas que formaban parte de su biblioteca personal fueron legados a la Biblioteca Municipal de Saint-Germain-en-Laye.

Días antes de su muerte comunicaba a sus más allegados que no le molestaran. Nadie recogió las últimas palabras de aquel sabio despistado que nos ha legado para la posteridad  el gran dibujante belga Hergé , en una de las aventuras de Tintín: "Vuelo 714 a Sidney".

Jacques Bergier, en realidad, nos incita a ver más allá de las apariencias, porque allí reside la auténtica verdad.


FUENTES CONSULTADAS:

*Revista Mundo Desconocido.

*Revista Horizonte.

*Tanit Mystery Magazine.

*Archivos personales.


 



 

 


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