José María Ibáñez
Realmente nos encontramos ante un misterio digno de su principal
protagonista. El mes de julio de 2015, la tumba del legendario cineasta
Friedrich Wilhelm Murnau, director de la película Nosferatu (1922), todo un
clásico de los films de terror, fue profanada en el cementerio del Suroeste de
Stahnsburgo, uno de los más grandes y singulares de Alemania, ubicado en el
estado de Brandeburgo, a las afueras de Berlín. Fundado en 1909 por la Iglesia
Evangélica, se extiende por algo más de doscientas hectáreas y alberga unas
ciento veinte mil sepulturas. Lo más inquietante del suceso es que su cráneo
fue robado. Junto a la tumba se hallaron restos de cera, lo que desató todo
tipo de especulaciones sobre la celebración de rituales ocultistas.
Friedrich Wilhelm Murnau (1888–1931) fue uno de los
directores más influyentes del cine mudo y un pionero del lenguaje cinematográfico
moderno. Nacido en Alemania como Friedrich Wilhelm Plumpe, adoptó el nombre
artístico de “Murnau”, inspirándose en una localidad bávara que visitó en
numerosas ocasiones durante su juventud. Efectivamente, Murnau am Staffelssee,
es una ciudad mercado situada junto al lago Staffelssee, en los Alpes Bávaros.
Murnau revolucionó el cine con su enfoque visual y técnico.
Maestro del expresionismo alemán, su obra “Nosferatu” es un ícono del cine de
terror y del expresionismo, con atmósferas sombrías, iluminación dramática y
simbolismo visual. Innovador en el uso de la técnica, introdujo la cámara
subjetiva, que muestra el mundo desde la perspectiva del personaje, como en “El
último” (1924).
En “Amanecer” (1927), combinó el expresionismo alemán con el
realismo estadounidense, creando una obra lírica que ganó el primer Oscar a la mejor
calidad de producción. Influenciado por la pintura romántica alemana, sus
películas tienen una composición visual cuidada, con uso de claroscuros y
encuadres poéticos.
Vale la pena recordar que, Murnau está vinculado a leyendas
esotéricas por su estrecha colaboración con Albin Grau, productor de Nosferatu
y miembro destacado de la logia ocultista “Fraternitas Saturni”, con el nombre
mágico de Maestro Pacitius. Realmente, Albin Grau fue mucho más que el
productor de la película, fue el alma esotérica detrás de Nosferatu. Nacido en
Leipzig en 1884, Grau era artista, arquitecto, ocultista y diseñador de
producción y, dicen, que su influencia se siente en cada sombra y símbolo de
dicho film. Recordemos que Fraternitas Saturni (Hermandad de Saturno), es una
de las órdenes ocultistas más influyentes de Alemania. Fundada oficialmente en
1926 por Eugen Grosche (alias Gregor A. Gregorius) tras la Conferencia de
Weida, esta logia mágica se caracteriza por su enfoque en el esoterismo
astrológico, la magia sexual y el arquetipo de Saturno, con un estilo muy
personal y provocador.
Fundador de Prana Film, la productora creada para explotar
temas ocultistas y sobrenaturales, Grau diseñó los decorados, vestuario y
materiales promocionales, impregnando la película de una estética ritual y
mística.
Albin concebía al vampiro como un cuerpo astral, una entidad
que se alimenta de la energía vital (prana), lo que da nombre a su productora.
Participó en la Conferencia de Weida en 1925, junto a figuras como Aleister
Crowley, lo que le posiciona en el epicentro del ocultismo europeo. Tras el
juicio por derechos de autor con la viuda de Bram Stoker, Prana Film quebró, y Albin Grau se dedicó exclusivamente al ocultismo. Durante el régimen nazi, fue
arrestado y pasó un año en prisión. Tras la guerra, reconstruyó, desde Berlín Occidental, la Fraternitas
Saturni.
Aunque Nosferatu fue su única película como productor, Grau
dejó huella en el cine como visionario del terror simbólico. Su arte apareció
en revistas esotéricas como Saturno Gnosis, y sus ideas sobre geometría sagrada
y magia astral siguen fascinando a estudiosos del ocultismo.
La película ha sido objeto de mitos, desde el aura maldita
que la rodea hasta la leyenda de que Max Schreck (1879–1936) era realmente un
vampiro. Fue un actor alemán de teatro y cine, célebre por su inquietante
interpretación del Conde Orlok en Nosferatu (1922), la primera adaptación
cinematográfica de Drácula. Su nombre, que en alemán significa “terror”, parece
haber sido predestinado para el papel que lo convirtió en leyenda.
Murnau falleció trágicamente en un accidente automovilístico
poco antes del estreno de la película “Tabú”, a los cuarenta y dos años. Su
legado sigue vivo en cada plano de la cámara y en cada sombra que sugiere más
de lo que muestra. La policía alemana nunca resolvió el caso.
El mausoleo fue sellado para evitar nuevas profanaciones. El
destino del cráneo sigue siendo un misterio. Nadie, oficialmente, sabe donde está.
FUENTES CONSULTADAS:
*fandomcinema.com
*www.elmundo.es
*www.rtve.es
*es.wikipedia.org
*cinescopia.com
*www.biografiasyvidas.com
*www.elpais.com