LA REALIDAD OCULTA

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SEPARA LA REALIDAD DE LA FANTASÍA.
José María Ibáñez.

viernes, 24 de mayo de 2019

IGLESIAS PRIMIGENIAS, SACERDOTES Y PAGANISMO OCULTO

Amado Carbonell Santos


Plano Catedral de Palma
clasedecienciassociales.wordpress.com
Cuando accedemos al interior de una catedral, o de alguna iglesia antigua, siempre nos fijamos en la altura de sus bóvedas, la grandiosidad de sus naves, el brillo dorado de los adornos del altar, etc…, pero normalmente, nunca nos preguntamos por qué se construyó en esa zona, con aquella orientación con respecto a los puntos cardinales del planeta; porque el altar siempre está construido en material mineral de mármol/granito, o si la pileta de agua “bendita” siempre funcionó como tal a través de la historia del catolicismo primigenio.

Pero mejor, vayamos por partes…

Una catedral, es un cumulo de símbolos y conocimiento oculto, visible a los ojos de todos los visitantes, pero que solo pueden entender los que han tenido la posibilidad de estudiarla. Pero en el caso que nos ocupa, no es este tipo de “esoterismo” el que nos interesa, pues realmente, lo que estamos buscando es la simbología sinérgica y metafísica, que se esconde en los muros y elementos de dichos edificios.

En sus primeros siglos de vida, el catolicismo gozaba de una fusión religiosa y cultural, la cual era un conglomerado de ritos egipcios, celtas, griegos, romanos, hindúes, mesopotámicos… y los primeros constructores, quisieron plasmar esos conocimientos a través de sus obras arquitectónicas, y de los ritos oficiados por sus sacerdotes.

La mayoría de catedrales, están orientadas con la parte de la cabecera (donde se halla el altar mayor), o la nave transversal de la propia iglesia, hacia el cardinal Sureste de la tierra. Concretamente hacia el punto por donde asciende el Sol el día 21 de diciembre (el solsticio de invierno), del mismo modo que están dispuestas las construcciones de Stonehenge, o las pirámides de la cultura maya, entre muchas otras. Esta orientación se basa en la antiguas creencias paganas de que en esa fecha, el Sol se alza de nuevo sobre la tierra, después de sobrevivir a la batalla contra la oscuridad del invierno, y devolviendo el calor y la vida al mundo, renovando las energías de la madre tierra (Rito celta de la Candelaria, o festividad romana del Sol Invicto).

Capilla Miquel Barceló (Caredral del Palma)
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La localización del altar no se buscaba por capricho del arquitecto, pues la catedral o la iglesia a construir, por norma general, se alzaban donde anteriormente habría estado situado un templo, o zona donde se realizaban los rituales de las antiguas culturas paganas.  (Un buen ejemplo es la catedral de Palma de Mallorca, que fue construida sobre un templo romano).

Concretamente, en el punto donde las líneas de energía radiestésica, conocidas como líneas Kharman, se cree que se unen formando puntos o nudos de concentración energética. Este nudo se encontraba a través de la búsqueda realizada por un zahorí, o por una persona sensitiva, capaz de hallar éstas zonas a través de la energía que fluye hacia la atmósfera; haciendo que la conexión del altar con la esencia de la tierra, sea más directa e intensa. De ahí que el propio altar, fuese construido con partes o piezas de mármol o granito, pues éstos provienen de canteras que extraen dichos materiales, directamente de las entrañas del planeta.

En los ritos oficiados por los primeros sacerdotes, se tenían muy en cuenta las influencias de la tierra y de la resonancia que se concentraba  en el edificio, que juntamente con los gestos y ritos que se realizaban, hacían que la vibración estremeciera a todos los asistentes, dando la sensación que el espíritu de Jesucristo estaba dentro de ellos, pero lo que realmente sentían, era la fuerza vital de la tierra, resonando dentro de ellos. A igual que lo hacen los cuencos tibetanos cuando son tocados de forma correcta y armónica.

Pero antes de realizar cualquier ritual, se debían descargar las posibles trazas de energía residual que los asistentes arrastraban con ellos. La forma más rápida de conseguirlo, era llenar un recipiente con agua y sal, que estuviera conectado directamente a la estructura de piedra del edificio. En el momento que metían la mano en el agua, la energía sobrante era descargada directamente a la tierra, haciendo que cuando accedían a la nave principal, estaban limpios de toda vibración externa.

Pero el punto álgido del ritual, llegaba cuando estaban todos sentados y el sacerdote subía a la zona del altar, y mirando hacia el punto cardinal Sureste, levantaba las palmas de sus manos e invocaba la bendición del padre creador (Inicio del rito Egipcio para la invocación del Dios Ra), que en este caso era una resonancia natural que se concentraba exactamente en el altar, pues además de la influencia de la zona telúrica, también influía la forma de la cúpula de cabecera, que refleja 3,5 o 7 puntos energéticos sobre la zona de convergencia del altar, según sea su estructura.

Añadido a todo esto, y siguiendo la voz del sacerdote, todas las personas se levantaban, se sentaban u oraban al unísono, haciendo que la acumulación energética fuera en aumento de forma exponencial, hasta llegar al punto en que toda la estructura vibrase juntamente con la energía de las personas que se encontraban en su interior.

Dedos en posición "Chin Mudra"
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El nivel de éxtasis que lograba alcanzar el sacristán era tan intenso que podían incluso hacerlo llegar a entrar en un estado de trance inducido por la resonancia que alcanzaba su cuerpo, adoptando con los dedos índice y pulgar una posición “Chin Mudra”, creando toda una corriente energética que fluía constantemente por todo su ser.

Tras terminar la liturgia, la gente salía al exterior con la sensación de estar rebosantes de energía renovada. Y realmente así era, la energía que se había concentrado dentro de aquellos fríos muros de piedra, había hecho que todos ellos hubieran entrado en contacto con la resonancia energética del Sol y de la madre Tierra, influyendo directamente en su cuerpo, haciéndolos resonar al unísono.

Y por supuesto no podemos olvidar a las extrañas, grotescas y curiosas gárgolas, las cuales normalmente actúan como adorno de los desagües pluviales, para desaguar los tejados y cubiertas cuando llueve, de ahí que el origen de su nombre sea francés: Gargouille (tubería o caño de desagüe). Aunque si ya nos adentramos en el significado de la simbología masónica, las gárgolas son las estatuas y figuras, por norma general grotescas, para mantener la sabiduría que se halla entre los muros de la catedral a salvo del mal exterior.

Así pues, recuerden que cada vez que entren en una catedral, o una iglesia clásica, fíjense en todos esos pequeños detalles que la hacen especial por lo que realmente es, y no lo que aparentemente representa. Incluidos los ritos egipcios y budistas que realiza el sacerdote, muchas veces desconocedor del origen de sus gestos y propósito real de éstos.

Pues todos sus secretos están expuestos a la vista de todos, solo visibles para aquel que sepa dónde mirar…

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