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José María Ibáñez.

viernes, 26 de septiembre de 2025

LA TUMBA DEL CONDE DRÁCULA, EL ÁNGEL DE LA MUERTE Y LA LÁGRIMA PERPETUA

Foto: www.supercurioso.com

 José María Ibáñez


En "La Mano Negra", mi último libro publicado el mes de octubre de 2023, invito a los lectores a recorrer París, la "Ciudad de la Luz", visitar el "Museo de los Vampiros" y efectuar un relajante paseo por el cementerio de Père Lachaise; deambular por sus distintas áreas, descubrir sus tumbas más emblemáticas , revivir historias de tiempos pasados y dejar volar la imaginación.

Hoy, Jacques Sirgent, fundador y propietario del Museo de los Vampiros, nos acompaña a través de un laberinto de sepulturas, por las zonas menos transitadas del camposanto parisino. Durante el recorrido, mientras observamos algunas huellas de antiguos rituales, nos propone seguir el rastro de los símbolos de murciélagos que decoran distintas sepulturas; catorce quirópteros ocultos en fachadas y puerta de piedra y hierro, que nos guían hasta la tumba donde presuntamente yace sepultado el mismísimo Conde Drácula.

Siguiendo nuestra particular ruta por el cementerio nos dirigimos al encuentro de la estatua del "Ángel de la Muerte", una siniestra figura que cautiva la imaginación de los visitantes. Y es que, ataviada con su oscuro manto y mostrando su sombría cara, parece dispuesta a transportar al más allá las almas de los fallecidos.

Se trata del monumento funerario dedicado a la familia Goüin, una de las más ricas e influyentes de la Francia de los siglos XIX y XX. La efigie ha sido protagonista de numerosas leyendas. Algunos dicen que el ángel llora por las noches, que su antorcha se enciende sola o que su fría mirada puede causar la muerte.

Mientras tanto, me cuentan que vale la pena observar una lágrima perpetua que brota de la figura escupida en aquella arcaica sepultura desgastada por el paso el tiempo. Vamos a su encuentro, aunque cabe la posibilidad que durante el trayecto nos crucemos con una bella dama ataviada con antiguos y elegantes ropajes.

En realidad, la lágrima perpetua es la escultura situada en la tumba de Elisa Bonaparte, hermana menor de Napoleón Bonaparte, representada con una mujer llorando sobre una urna funeraria; fabricada en bronce, que en su interior tiene un dispositivo que hace brotar agua a través de sus ojos. Las gotas de agua caen sobre el receptáculo, creando el efecto visual de la lágrima perpetua.

Por otro lado, nos hacemos eco de una de las leyendas que circundan el camposanto parisino y que tiene como protagonista a la baronesa Elisabeth Alexandrovna Stroganoff-Dominoff, aristócrata rusa fallecida en París el año 1818 y cuyos restos mortales descansan en el interior de un impresionante mausoleo. Cuenta la leyenda que, antes de morir, firmó un testamento ante notario en el que cedía una gran parte de su cuantiosa fortuna a quien fuera capaz de pasar, durante un año, todas la noches, haciéndole compañía junto a su ataúd. Se comenta que muchos intentaron superar el macabro desafío, pero nadie lo lograría; abandonaron la aventura presos de la locura.

Pero nada más aterrador que una espeluznante historia real. Su protagonista, François Bertrand, un sargento del ejército francés, que fue arrestado en 1849 y declarado culpable de actos de necrofilia y canibalismo. Exhumó y mutiló los cadáveres de varias mujeres. Al desenlace de esta terrible historia, dedicaremos otro capítulo de nuestras crónicas de La Mano Negra.


FUENTES CONSULTADAS:

*Ibáñez, José María. La Mano Negra, Anima Ignis Ediciones. Madrid. 2023.





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