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José María Ibáñez.

jueves, 24 de febrero de 2022

LEYENDA DE "LA ACABADORA"

 José María Ibáñez

Foto: Museo Etnológico de Galluras.


Nos desplazamos a la isla de Cerdeña para que nos cuenten la leyenda de la Femmina Agabbarora. En el municipio de Luras, situado al norte de Cagliari, la capital de la isla, visitamos el Museo Etnológico de Galluras. Recorriendo las tres plantas de exposición una puesta en escena nos llama poderosamente la atención, el dormitorio, y es que, sobre una cama de hierro forjado del siglo XIX, entre marchitas fotografías de otros tiempos, un "mazzolu" (martillo fabricado en madera de olivo), descansa sobre una tela de saco negro. Se trata del martillo que presuntamente utilizaba "sa Femmina Agabbadora".

Para conocer de primera mano su historia nos remitimos a Pier Giacomo Pala, fundador y propietario del museo, que desde principios de los ochenta se ha dedicado a recopilar todo tipo de información sobre este misterioso personaje, entrevistando a los más viejos del lugar, consultando documentos en hemerotecas y descubrir, en el interior de un viejo muro de la casa donde, al parecer, había habitado una de dichas mujeres, el citado martillo expuesto en el museo.

A rasgos generales, la Acabadora era una mujer que hasta bien entrado el siglo pasado actuaba principalmente en las zonas rurales de Cerdeña y, como sugiere el apelativo, acababa con los sufrimientos de los enfermos agonizantes, a quienes golpeaba la cabeza con el martillo de madera. Por la noche, vestida de negro y con la cara cubierta, accedía sola a la habitación donde yacía el moribundo, y mientras los más allegados esperaban fuera de la estancia, la Acabadora, en soledad y en el más absoluto de los silencios efectuaba su ritual. Algunas teorías apuntan que previamente se retiraban amuletos y figuras religiosas para facilitar la separación del alma del cuerpo y acabar con el sufrimiento del moribundo. La Acabadora, curiosamente, también ejercía a menudo de matrona o "mastra de paltu", y era requerida para ayudar a las embarazadas a dar a luz en su propia casa. Un extraño y a la vez fascinante juego entre la vida y la muerte.

Con el tiempo los testimonios han ido saliendo a la luz, hasta el punto de poder ubicar las dos últimas actuaciones de acabadoras, una de ellas en 1929 y otra en 1952, aunque, como afirma Pier Giacomo Pala, es muy posible que continúe su quehacer de forma marginal y muy clandestina, "pues hace apenas quince años, una mujer reveló en secreto de confesión que había actuado como acabadora de un hombre muy enfermo".

Dicen que las acabadoras no eran mujeres queridas por el pueblo, pero tampoco odiadas, eran indispensables porque en aquellos tiempos los habitantes de las zonas rurales vivían completamente aislados, lejos de médicos y centros hospitalarios. Nunca fueron consideradas como simples asesinas; eran los familiares o los propios moribundos los que requerían sus servicios. Un acto de piedad por el que a cambio recibían comida y productos de la tierra.

La historia y la antropología oficial niegan rotundamente que las acabadoras como tal hubieran existido, opinan que se trata de una leyenda y que simplemente se trataba de mujeres que acompañaban en su agonía a los enfermos terminales, aliviando, al mismo tiempo, el sufrimiento de sus seres más queridos. 


Fuentes:

*Archivo de Historias Olvidadas.

*imadion.it

*codigocba.com

*galluras.it


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