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José María Ibáñez.

lunes, 23 de junio de 2025

LA JABONERA DE CORREGGIO

 José María Ibáñez

Foto: zamoranews.com


Nació el 18 de abril de 1894 en Montella, un pueblo encantador de la región de Campania, situado en la provincia de Avelino (Italia). Leonarda Cianciulli, vivió una infancia marcada por el rechazo de su madre que nunca la aceptó como hija y la maltrató físicamente. Desde muy joven intentó suicidarse en distintas ocasiones. En 1914, contra la voluntad de su familia que quería que contrajera nupcias con su primo, se casó con un empleado de correos llamado Raffaele Pansardi. La leyenda cuenta que, al parecer, su madre, mujer alcohólica e irascible, maldijo a la pareja, terminando, supuestamente, de sellar la desdicha que la acompañó toda su vida. 

Dispuestos a creer, la maldición, según parece, comenzó a cumplirse desde el primer momento. Raffaele empezó a beber demasiado, abandonó su trabajo, se volvió alcohólico, fue acusado de fraude e ingresado en prisión. Cuando salió de la cárcel, ambos se trasladaron a vivir a Lecedonia, municipio de la provincia de Avelino, en la región de Campania, pero, en 1930, su nueva casa acabó totalmente destruida por culpa de un terremoto. El matrimonio viajó a Correggio, un municipio de la provincia de Reggio Emilia, donde Cianciulli abriría una pequeña tienda, que se hizo muy popular y fue muy frecuentada por los vecinos de la zona: antes de sus crímenes era muy conocida en la zona, al margen de su amabilidad, por ofrecer consultas de tarot y videncia.

Lonarda Cianciulli ha pasado a la historia como “La jabonera de Correggio”, asesina acusada de cometer tres crímenes espeluznantes entre 1939 y 1940. Asesinó a tres mujeres y utilizó sus restos para fabricar jabón y elaborar pastas de té. Su historia forma parte de las más macabras crónicas negras italianas, marcada por supersticiones, tragedias personales y una fuerte obsesión por proteger a su hijo.

Durante su matrimonio Leonarda tuvo diecisiete embarazos, pero perdió tres de sus hijos a causa de abortos naturales. Diez más fallecieron siendo todavía niños por lo cual se volvió extremadamente protectora con los otros cuatro que aún vivían. Sus miedos estaban alimentados por una bruja que tiempo atrás le había pronosticado que se casaría y tendría hijos, pero que todos ellos morirían jóvenes. Leonarda tenía una idea fija, liberar a sus hijos de la maldición que, supuestamente, le había hecho su madre.

Pensó que el destino le había jugado una mala pasada y no se vio capaz de enfrentarse a ese doloroso y persistente sentimiento de abandono que le había marcado desde siempre. Cuando Giuseppe, su hijo favorito, decidió alistarse en el ejército italiano para combatir en la Segunda Guerra Mundial, ella enloqueció. Desde ese momento en adelante, decidió, que ya nada importaría.

No sabemos a ciencia cierta el desencadenante de realizar sacrificios humanos para proteger a su hijo. Así fue cuando daría comienzo a su serie de asesinatos, transformando los restos de los cuerpos de sus víctimas en jabón y pasteles.

Su modus operandi siempre fue el mismo. Sin ningún tipo de remordimiento invitaba a sus futuras víctimas a tomar el té, al que añadía una buena dosis de somníferos. Una vez dormidas las asesinaba de un fuerte hachazo. Luego descuartizaba sus cuerpos, los desangraba y, tal como decimos anteriormente, utilizaba sus restos para fabricar jabón y elaborar pastas que, de forma siniestra, compartía con otras vecinas a las que invitaba a tomar el té.

Su primera víctima, según consta en los expedientes policiales, fue Faustina Setti, mujer soltera que buscaba marido. Cianciulli, tras consultar las cartas del tarot, le vaticinó que encontraría a su futuro esposo en Roma. Antes de que Faustina viajara a la capital de Italia, la futura asesina le convenció para que escribiera una carta a sus familiares diciendo que estaba bien, que no se preocupasen por su ausencia. Más tarde, después de drogarla la descuartizó.

La segunda, Francesca Soavi, era una maestra desesperada por encontrar trabajo. La jabonera le predijo un puesto en una escuela situada en una población un tanto alejada de su casa. También le convenció para escribir una carta a sus seres queridos con el fin de que no se preocuparan. La asesinó de la misma forma que a Faustina y con sus restos siguió el mismo proceso de fabricación.

Virginia Cacioppo fue su tercera víctima. Una ex cantante de ópera a la que pronosticó un trabajo en Florencia. Tras asesinarla, según sus propias palabras, la jabonera afirmó que su cuerpo tenía una excelente calidad para fabricar jabón y que los pasteles elaborados con sus restos eran “especialmente deliciosos”.

Leonarda Cianciulli fue arrestada en 1941, después de que la cuñada de Virginia Cacioppo, su tercera y última víctima, sospechara de su extraña desaparición, ya que la última vez que la había visto fue entrando en la tienda de la asesina. Le contó sus sospechas a la policía, se abrió una investigación y poco tiempo después arrestaron a Leonarda. Durante el juicio, la jabonera confesó sus crímenes dando todo lujo de escalofriantes detalles de los mismos, mostrando en todo momento una actitud fría y calculadora.

La brutalidad de sus crímenes y la frialdad con la que los confesó generaron una extraña mezcla de repulsión y morbo entre la población. Su historia fue ampliamente cubierta y difundida por la prensa y, hoy en día, sigue siendo objeto de análisis y estudio. Su caso se convirtió en un referente de la criminología y psicología criminal. Fue condenada a treinta años de prisión y tres en un asilo criminal para mujeres, donde falleció el 15 de octubre de 1970.

Su caso ha inspirado libros, películas y estudios sobre la mente criminal. Se ha convertido en un ícono de horror psicológico y criminal, ya que combina elementos de trauma infantil, superstición y psicopatía. A continuación, exponemos algunas claves de cómo sus crímenes se analizan desde dichas perspectivas:

*Trastornos psicológicos: Su infancia estuvo marcada por el rechazo materno y el abuso, lo que pudo haber contribuido a desarrollar una personalidad con rasgos psicopáticos. Su obsesión por la protección de su hijo sugiere un posible trastorno delirante.

*Superstición y rituales: Creía que debía realizar sacrificios humanos para proteger a su hijo, lo que muestra una distorsión cognitiva extrema. Su convicción de que el sacrificio garantizaría la seguridad de su hijo es un ejemplo de pensamiento mágico llevado al extremo.

*Ausencia de remordimiento: Durante el juicio, describió sus crímenes con frialdad y sin mostrar ningún arrepentimiento, lo que es característico de individuos con trastorno antisocial de la personalidad.

*Manipulación y engaño: Engañó a sus víctimas con promesas de matrimonio y empleo, lo que demuestra una capacidad para la manipulación, común en criminales con rasgos psicopáticos.

Vale la pena señalar que, casi todo lo que sabemos de Cianciulli, proviene de sus propias memorias tituladas “Confesiones de un alma amada”, cuya autenticidad ha sido ampliamente cuestionada. Muchos sostienen que en realidad fue obra de los abogados defensores que pretendieron eludir la posición de la acusada, quien solo había estudiado hasta el tercer grado y por tanto difícilmente habría sido capaz de escribir unas memorias de más de setecientas páginas.

Añadir que, varias pruebas físicas del caso, entre ellas el caldero donde la jabonera cocía a sus víctimas, están expuestas en el Museo Criminológico de Roma, situado en el Palazzo del Gonfalone, un edificio que anteriormente funcionaba como cárcel de menores. El museo exhibe una colección de objetos relacionados con los crímenes y la justicia, organizados de forma cronológica.

 

FUENTES CONSULTADAS:

*es.wikipedia.org

*www.clarin.com

*www.edenex.es

*www.infobae.com

*www.scenacriminis.com

*www.fenomenologia.net

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