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José María Ibáñez.

jueves, 18 de noviembre de 2021

LA MADRE DE LUCIFER

 Esther Calvo

L´Associació de comerç i turisme de la Ciutat Vella
Old BCN.


Aurora, romanización del nombre Eos en  la mitología griega, hermana de Helios y Selene, todos ellos hijos de los titanes Hiperión y Tea. Cada día daba paso a la luz y reinaba sobre el amanecer, una encantadora mujer  que tuvo varios amantes, con Titono, un mortal troyano, raptado a la fuerza y para quien, la diosa, consiguió la inmortalidad, tuvo a Memnon  y Emation. Cuando murió Memnón, sus lagrimas bañaban toda la tierra dando origen al rocío que cubre los campos desde entonces.

Con el semidiós Céfalo tuvo a  Héspero, también llamado lucero de la tarde. De su relación con el titán Astreo  nació  Eósforo o  Lucifer o Fósforo,  el lucero del alba, antigua denominación del planeta Venus. Hermanos de éste fueron Boreas o Viento del Norte, Notos, Viento del Sur, Euros Viento del Este y Céfiro Viento del Oeste.

La creencia en una divinidad de estas características ya existía en la mitología romana, antes de la incorporación de Aurora, el nombre con el que la podemos encontrar es Mater Matuta, se le rendía culto en el Forum Boarium, principalmente los navegantes, bajo la advocación de stella matutina. Aurora pasó así a ser el segundo nombre de la deidad romana. Cada día 11 de junio se celebraban las fiestas de la Matralia, para pedir a la diosa su protección.

George Dumézil propuso que tanto Eos- Aurora, como la diosa etrusca Thesan tuvieron un origen común en la cultura hindú, habrían llegado en un pasado remoto con las lenguas indoeuropeas. Para demostrar su teoría, realizó un paralelismo ritos y creencias védicas de los dioses Usas y Usasah con las mencionadas diosas.

La diosa sumeria Innana, también fue asociada a Venus, las acciones y mitos de Innana, incluidos Innana Shukaletuda y  el descenso de Innana al inframundo, parecen ser paralelismos del movimiento de Venus, a medida que avanza en su ciclo sinódico.

La iconografía representa a la diosa vistiendo dorados vestidos o desnuda envuelta en luz brillante. En la mitología romana, llevaba su propia cuadriga y precedía al carro de Apolo, como portadora de la luz de la mañana y las llaves del cielo. Algunas tradiciones han masculinizado el mito, traduciendo  el nombre de Lucifer  como dador  de luz, siendo Aurora su madre a  quien le correspondía  alumbrar la mañana.

El nombre de lucero del alba fue una forma poética para referirse a Venus, no se tenían los instrumentos adecuados para conocer exactamente si Venus era un planeta o una estrella, puesto que su brillo excedía a diferentes estrellas en el cielo, desde luego dicha estrella matutina era la que más destacaba en la oscura noche. Así pues, este concepto se conservó en la astrología romana.

En cuanto al concepto lucero o Lucifer,  se ha manipulado y sacado de contexto la frase de Isaias 14, 12 ”¿Cómo has caído del cielo, lucero hijo de la aurora, y estás derrumbado por tierra, agresor de las naciones?”. Invito al lector curioso a que lea el resto del párrafo  en la Biblia y se dará cuenta que dicha frase va dirigida como sátira contra el rey de Babilonia, cuyo imperio tocaba a su fin.

En cuanto a la tradición cristiana, Lucifer ha sido erróneamente considerado  como un ángel caído asimilado a Satanás. Si leemos tradiciones antiguas, Satán nada tiene que ver con la cohorte de demonios y diablos que habitan las mentes humanas.

Según la antigua Cábala, Satán es una creación de Dios, su más fiel servidor, sparring y coach del ser humano, es el reto que se nos presenta siempre a elegir entre lo que más nos conviene hacer, cuál es el mejor camino o esa manera fácil de seguir adelante con pereza y haciendo lo que nos es más cómodo  hacer.  Nada hay fuera de nosotros mismos nada  que nos influya a realizar el bien o el mal. No tenemos una cabeza de turco a quien echarle las culpas.  Si a  quien lee estas líneas,  le ha causado alguna inquietud el tema de Satán, recomiendo el libro “Satán: una autobiografía” de Yejuda Berg.

Aunque si es cierto que para los hebreos el mal venía del desierto y a Samael era dedicado un macho cabrío. ¿Viene de esta ofrenda la iconografía del diablo?

Hablando del antiguo misticismo judío, Enoc, amigo muy querido del Eterno, fue llevado a los cielos e instruido en los misterios y secretos de Dios. Tan del agrado divino llegó a ser Enoc, que pasado el tiempo, le convirtió en el más bello ángel que la creación había visto jamás. Le elevó a lo más alto que ningún ser podía llegar. 

La literatura de la Mercaba, nos lo describe como ser que lleva una corona, vestido de lino y está sentado en el zafiro en forma de trono, perteneciente a Dios. El Arcángel Metatron, como representante del Eterno, llegó a pensar que al ocupar aquel trono, era Dios. Su soberbia llegó a ser castigada con setenta latigazos. La tradición no cuenta que fuera apartado de la Presencia Divina, simplemente su soberbia fue rebajada con el castigo.

El  mal existe, indudablemente que si, pero no es como se ha contado en algunas tradiciones, el mal no se oculta detrás de mitos y creencias humanas. Es una energía primigenia que fue creada en los albores del Universo, mucho antes de que existieran las estrellas y las galaxias. Era  necesario para crear una dualidad en la cual nos movemos y existimos. 

Nuestro trabajo consiste en trascenderla.

 

 

FUENTES:

*Wkipedia,com

*“Satán: una autobiografia”. Yehuda Berg.

*“Nueva biblia española”. Ediciones cristiandad.

*“Las estrategias de Satán, el mal desde la cábala hebrea”. Mario Javier Sabán. Ediciones Jojmá,

*“El libro de Enoc”. Yoel Benabib Yotube.

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