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José María Ibáñez.

miércoles, 6 de agosto de 2025

¿QUIÉN FUE MADAME CARREL?

 José María Ibáñez

Foto: estaciontrip.com.ar


La tumba de Madame Carrel, cuyo nombre de soltera era Anne Marie Goulez de la Motte, reposa en un lugar tan pintoresco como misterioso; el cementerio de La Cumbrecita, situado en la cima de una montaña. El lugar exacto donde reposan sus restos está marcado por una cruz grabada con el nombre de “Madame Carrel” y sus fechas de nacimiento y muerte. La historia del pueblo de La Cumbrecita, ubicado en el valle de Calamuchita en las Sierras Grandes de Córdoba, Argentina es tan atrayente como el lugar mismo.

En 1934, el ingeniero alemán Helmud Cabjolsky compró quinientas hectáreas de tierras en un paraje desolado, sin caminos ni árboles, rodeado por ríos y montañas. En 1935, se construyó la primera edificación; una casa de adobe con ocho habitaciones, que pronto comenzó a recibir visitantes atraídos por la belleza del lugar. Con el tiempo, surgió la idea de crear un pueblo alpino al servicio del turismo, inspirado en la arquitectura centroeuropea. Se trazaron calles, y se instalaron servicios básicos. El hijo mayor de Helmut, también llamado Helmut, lideró la planificación urbana, respetando tanto el entorno natural como las raíces europeas y criollas del lugar.

La historia del Hotel La Cumbrecita está íntimamente ligada a los orígenes del pueblo homónimo. Este hotel no solo es uno de los más emblemáticos de la zona, sino que también fue parte fundamental del desarrollo turístico del lugar.

Como decimos anteriormente, en 1935 se construyó una casa de adobe con ocho habitaciones, originalmente pensada como vivienda. Con el tiempo, esta casa comenzó a recibir visitantes y amigos, convirtiéndose en una pequeña hostería familiar. La propiedad fue vendida al Sr. Reinaldo Schefski y su esposa Cándida Navarro, quienes llegaron desde la Patagonia con la intención de criar ovejas. Sin embargo, su espíritu emprendedor los llevó a transformar la antigua casa en una hostería turística, que con los años evolucionó hasta convertirse en el actual Hotel La Cumbrecita.

Madame Carrel, nació el 15 de febrero de 1877 en París (Francia). En 1910, presenció una curación súbita en el santuario de Lourdes; un niño ciego recuperó la vista en sus brazos. Ese suceso la transformó de atea racionalista a católica ferviente, totalmente convencida de que había presenciado un auténtico milagro. Obtuvo el título de medicina en Francia y ejerció como enfermera en el frente de batalla durante la Segunda Guerra Mundial.

Alexis Carrel y Anne-Marie-Laure Gourlez de La Motte se conocieron en Lourdes, durante uno de los viajes del médico francés a ese famoso santuario. Anne-Marie, que era una viuda acaudalada, estaba allí trabajando como enfermera voluntaria atendiendo a un grupo de peregrinos.

Este encuentro fue muy significativo para ambos. Carrel, aunque inicialmente escéptico, quedó profundamente impactado por las experiencias místicas que presenció en el santuario mariano de Lourdes, lo que influyó en su evolución espiritual. La conexión con Anne-Marie, que profesaba una fuerte fe católica, reforzó ese cambio. Se casaron en 1913, cuando él tenía cuarenta y un años.

Efectivamente, Anne-Marie se casó con Alexis Carrel, una figura fascinante, aunque muy controvertida de la historia de la medicina. Nacido en París en 1873, fue pionero en técnicas quirúrgicas que revolucionaros el tratamiento de órganos y vasos sanguíneos. Fue Premio Nobel de Medicina en 1912, por sus avances en cirugía vascular. Desarrolló las primeras anastomosis vasculares, permitiendo unir arterias y venas sin que se formaran coágulos. También, fue precursor en el cultivo de tejidos, sentando las bases para la biología celular moderna. Aunque trabajó en los Estados Unidos, en instituciones como la Universidad Rockefeller, nunca renunció a su nacionalidad francesa.

Durante los últimos años de su vida, defendió ideas de eugenesia y mostró simpatía por el régimen de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial.

En su libro “Viaje a Lourdes”, publicado en 1949 por la editorial Iberia de Barcelona, narra con honestidad su lucha interna entre el escepticismo y la fe. Se trata de un relato autobiográfico en el que narra su experiencia en el santuario de Lourdes en 1903, donde presenció una curación que desafió su visión científica.

Más adelante, ese mismo año, y en la misma editorial publica “El hombre, ese desconocido”, una reflexión profunda sobre la naturaleza humana, donde Carrel propone que la ciencia debe estudiar al ser humano en su totalidad: cuerpo, mente y espíritu. Ha sido muy criticado por sus posturas elitistas y pseudocientíficas.

Conservador en lo social, profundamente católico, y con inclinaciones místicas, su legado científico sigue siendo relevante, pero su figura está marcada por una dualidad entre el genio médico y el pensador polémico.

Madame Carrel no solo continuó con el legado médico de Alexis, sino que lo fusionó con prácticas energéticas y de sanación alternativa, algo que habría explorado junto a él en sus últimos años. Ella afirmaba que muchas de sus ideas provenían de conversaciones con su esposo, e incluso después de su muerte, decía sentir su presencia guiándola en sus diagnósticos.

Lo que sucedió, si es que realmente sucedió, entre Alexis Carrel y Madame Carrel en Argentina es como un capítulo oculto de la historia, cargado de misterio y espiritualidad. Aunque muchos aseguran que ella llegó sola al país tras la muerte de su marido, existen teorías y testimonios que sugieren una conexión mucho más profunda entre ambos, incluso en tierras argentinas.

Oficialmente, Alexis Carrel falleció en París en 1944, y fue sepultado oficialmente en la Capilla Carrel en Saint-Gilles-des-Marais, en el departamento de Orne, región de Basse-Normendie, Francia. Pero serpentean rumores de que sus restos fueron trasladados, o que incluso vivió de forma clandestina junto a su esposa en Argentina. Algunos habitantes de La Cumbrecita aseguran que ambos vivieron allí, refugiados entre los árboles y las montañas, llevando una vida retirada y espiritual.

Hay quienes aseguran haber visto documentos y fotos que no han salido a la luz, incluyendo una imagen de Alexis Carrel en La Cumbrecita. Algunos médicos y viajeros que la visitaron hablaban de una “doble presencia” en sus sesiones, como si la energía de Alexis aún la acompañara.

Aunque estos relatos no forman parte de la historia oficial, alimentan el aura de leyenda que rodea a Madame Carrel. Como en todo buen misterio, hay documentos perdidos, testigos anónimos… y una tumba que guarda más preguntas que respuestas. Sea como fuere, tras la muerte de su esposo se trasladó a Argentina y vivió en el Hotel La Cumbrecita, rodeada de libros, condecoraciones de guerra y objetos esotéricos.

Madame Carrel afirmaba tener la capacidad de ver el interior del cuerpo humano a través del aura. Usaba sus manos como si fueran rayos X psíquicos y diagnosticaba enfermedades sin necesidad de realizar exámenes médicos convencionales.

En su habitación del Hotel La Cumbrecita tenía una máquina extraña, cuando el paciente la tocaba, se activaba un péndulo que indicaba que mineral faltaba en su organismo. Algunos decían que era una mezcla de ciencia y magia.

Los visitantes y pacientes, llegaban desde Buenos Aires, Rosario y Córdoba, muchos desahuciados por la medicina tradicional. Algunos se quedaban semanas, participando en sesiones de sanación energética y oración. Se dice que algunos eran médicos, sacerdotes o artistas que buscaban respuestas más allá de la ciencia.

Los pocos testigos que aún la recuerdan hablan de una mujer alta, elegante, vestida de negro, paseando con sombrero de ala ancha y condecoraciones de guerra. Algunos vecinos afirmaban haber visto luces extrañas en su habitación durante las sesiones nocturnas. Se rumorea que mantenía correspondencia con grupos esotéricos europeos y que recibía visitas discretas de intelectuales. Este pequeño círculo en La Cumbrecita parecía vivir entre lo terrenal y lo trascendente.

Madame Carrel, que falleció el 2 de febrero de 1968,  dejó en el hotel una colección de objetos que parecen sacados de un gabinete de curiosidades místicas. Libros antiguos sobre medicina, espiritualidad y parapsicología, muchos escritos en francés y alemán. Condecoraciones de guerra que llevaba con orgullo, recuerdo de su servicio como enfermera en la Primera Guerra Mundial. Una máquina misteriosa con un péndulo que, al tocarla, indicaba qué mineral faltaba en el cuerpo del paciente. Rosarios, crucifijos y relicarios, reflejo de su profunda fe católica tras su conversión en Lourdes. Instrumentos de diagnóstico alternativo, como péndulos, cristales y mapas energéticos del cuerpo humano.

La habitación estaba decorada con tapices oscuros, velas encendidas y una atmósfera que muchos describían como “fuera del tiempo”. Recibía pacientes desahuciados que venían desde Buenos Aires, Rosario y Córdoba, buscando sanación por el aura y el péndulo. Algunos testigos aseguran que había fotografías de Alexis Carrel, y que ella hablaba de él como si aún la guiara.

Estos objetos no solo hablan de su vida, sino de una época en que la ciencia y lo espiritual se entrelazaban en formas inesperadas e insospechadas. Una vida fascinante, ¿verdad?


FUENTES CONSULTADAS:

*estaciontrip.com.ar

*www.fucimed.org

*es.wikipedia.org

*parapsicologiadeinvestigacion.com

*historiaymedicina.es

*www.historiadelamedicina.org

*www.lavoz.com.ar

 

 

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