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José María Ibáñez.

viernes, 22 de abril de 2022

EL OJO DEL GÓTICO.

 Amado Carbonell

www.20minutos.es


De todos los edificios que adornan el paseo marítimo de la ciudad de Palma de Mallorca, el de la Catedral de Santa María es el que más llama la atención a los turistas y visitantes que deciden pasear por el casco antiguo de la ciudad.

Su construcción se inició junto a la orilla del mar Mediterráneo en el año 1229 a causa de la promesa que el Rey Jaime I hizo a la Virgen María, pues si esta les salvaba de morir en medio de un temporal durante su travesía marítima días antes de llegar a tierra firme y dar comienzo a la reconquista de Mallorca, le construiría un templo únicamente dedicado a ella; la obra se finalizó en 1346, dando como resultado un hermoso y vetusto edificio que parecía una gran nao fondeada frente a la capital mallorquina. Actualmente la catedral está rodeada por el Parque del Mar, protegiendo de ese modo al edificio del gran oleaje marino durante las tempestades de invierno, pero aun así, verla desde el mar antes de entrar al dique del Oeste de Palma, es un espectáculo digno de ser admirado.

La apariencia que vemos hoy en día de la catedral no es la misma que tenía durante el final de su construcción, ya que la fachada principal que está orientada hacia el cardinal Noroeste-Oeste cayó a causa del terremoto de 1851, siendo ésta  reconstruida de nuevo, añadiendo dos grandes torres más resistentes y elevadas y un pequeño rosetón donde antes había una pequeña vidriera, aunque el pórtico de la fachada se mantuvo con los elementos originales.

El edificio principal consta de tres naves, las naves laterales o del deambulatorio, cuyos muros exteriores se sostienen gracias a los hermosos y resistentes arbotantes y contrafuertes que se observan desde el exterior de la catedral; y entre ambas, se encuentra la nave central, donde su elevación interior máxima es de 44 metros, convirtiéndose así en la tercera construcción integral más alta de Europa, solo precedida por las catedrales del Duomo de Milán (45 metros) y la catedral de Beauvais (48 metros). En conjunto, el edificio se muestra al visitante como un conjunto arquitectónico de dimensiones colosales.

Aunque el elemento que más llama la atención de la nave central es el gran rosetón, situado en el muro Sudeste-Este de la catedral, cuyos 13.8 metros de diámetro le otorgan el honor de ser el rosetón más grande de todo el mundo gótico, y uno de los más grandes del cristianismo. Este rosetón es conocido como “El ojo del gótico”.

Su construcción se realizó en el año 1370, en aquellos años todavía no contaba con los coloridos vidrios que a día de hoy lo adornan, pues le fueron añadidos a lo largo del siglo XVI.

Como curiosidad, el rosetón está situado sobre el presbiterio y cuenta con una estructura con la forma de la estrella de seis puntas o Estrella de David, la cual le dan forma 24 triángulos más pequeños a través de sus tracerías. La vidriera está formada por 1.115 vidrios tallados uno a uno, de los cuales, 462 son de color rojo, 240 verdes y 216 azules, el conjunto de los mismos hacen que cuando la luz del Sol lo atraviesa, se convierta en un verdadero espectáculo de luz.

Dicho espectáculo alcanza el punto álgido durante los meses de otoño e invierno, ya que la orientación de la catedral, muy similar a la de los templos egipcios como el de Abu-Simbel, el monumento megalítico  de Stonehenge, o la ciudad perdida de Petra.

Tras el amanecer de los días 11 de noviembre y 2 de febrero, el Sol atraviesa el rosetón mayor y proyecta su luz sobre el muro interior de la fachada principal, formando el espectáculo de luz conocido como “el 8 de La Seu”, el cual, aunque varios sectores de matemáticos baleares han escrito textos sobre este fenómeno, alegando que simplemente es una casualidad arquitectónica, los constructores de catedrales conocían a la perfección los pasos del Sol y habían estudiado su elevación sobre el horizonte durante los meses en los que se encuentra más bajo, para de ese modo poder orientar correctamente el edificio en construcción y hacerlo coincidir en momentos clave cuando el Sol se alinea con él y los rayos de luz lo atraviesen, ya que la mayoría de catedrales basan sus orientaciones y juegos de luces a través de las vidrieras en ritos solares heredados a lo largo de siglos desde la época del antiguo Egipto.

El espectáculo más interesante lo encontramos durante los días del solsticio de invierno, cuando la luz del Sol tras aparecer por detrás del horizonte Este, atraviesa por completo la catedral, incidiendo desde el rosetón mayor y saliendo al exterior a través del rosetón menor. Si observamos este fenómeno situados en la terraza del museo de arte del Baluard, podremos ver el bello efecto lumínico, donde el interior de la catedral parece estar totalmente en llamas, curiosamente esta fecha coincide con la del “Sol Invictus” o retorno del Sol hacia el hemisferio norte.

Si en ese preciso instante nos encontramos dentro de la catedral, observaremos como la luz baña por completo el rosetón menor, el cual, con sus tonos rojizos representa a una de las máximas expresiones esotéricas que encontramos en la catedral, pues en él se esconde el mensaje más importante que nos ha otorgado la madre naturaleza.

Dicho “mensaje” lo encontramos simbólicamente de nuevo en la fecha del día 2 de febrero, día de la Candelaria o día de Brígida (Nombre de la Diosa Celta Brigith cuya festividad pagana es el mismo día dos de febrero) y momento en que se produce el segundo “8” de la época fría, pues ya dejamos atrás el crudo invierno y la vida renace sobre la faz del hemisferio septentrional, renovando así el ciclo de la vida.

Para muchos visitantes, ya sean residentes en la isla, o turistas que quieren conocer un poco más la historia de la capital Balear, la Catedral de Santa María, su estructura y tamaño, decoración, y sobre todo el rosetón mayor, son  una maravilla arquitectónica de la época medieval; pero para las personas que nos gusta profundizar en su historia, sus símbolos y lo que realmente representa para la humanidad, dista mucho de todo aquello que conocemos como “religión”, pues solo el tiempo es testigo mudo de todos y cada uno de los secretos de la Catedral de Palma de Mallorca.

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