José María Ibáñez
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Foto: Archivo Toluca, con ayuda IA. |
Me contaron una historia acontecida en México a finales de los años ochenta del siglo pasado. Un autobús que transitaba por una peligrosa y destartalada carretera rodeada de montañas y bordeada por un precipicio sumamente profundo, casi vertical, sufrió un accidente en el que fallecieron todos sus ocupantes.
Aquella noche, como ya era habitual, el autobús número 40 partía de la localidad de Itxapan de Sal rumbo a la ciudad de Toluca. Era una noche muy oscura y la lluvia que caía tan intensa que el conductor del autobús a duras penas conseguía ver más allá de los cristales. No se sabe a ciencia cierta lo que verdaderamente ocurrió, pero ninguno de sus ocupantes llegaría a su destino. Unos dicen que fallaron los frenos y otros que el conductor no se percató de la existencia de aquella peligrosa curva, y el autobús acabó precipitándose al vacío. La escena del accidente se nos antoja dantesca.
Y es precisamente a partir de aquel terrible accidente cuando se pusieron en marcha los engranajes de la leyenda del "autobús fantasma" que, al parecer, sigue recorriendo el camino, sigue con su ruta habitual y con el paso del tiempo se han recogido distintos testimonios afirmando que en noches oscuras y lluviosas han visto aparecer, como por arte de magia, el autobús número 40 que se detiene, abre sus puertas y el conductor te invita a subir.
Los que dicen que han subido al autobús fantasma relatan que, a pesar de estar lleno de pasajeros, la gran mayoría de pie, siempre hay asientos vacíos, dependiendo de las personas que suben en aquellos instantes. Nadie ocupa más de un asiento, nadie duerme. Mujeres, hombres y niños permanecen despiertos, nadie habla. Y cuando el vehículo alcanza el lugar exacto donde tuvo lugar el trágico accidente, el conductor ordena a los pasajeros que bajen y sigan su camino sin volver la vista atrás, caso contrario lo pagarán: "Baja ahora y no te gires antes de que cierre la puerta o jamás abandonarás el autobús".
Los que obedecen, bajan y no se giran hasta que perciben tras de sí el ruido de las puertas que se cierran y el sonido del motor que arranca, comprueban sorprendidos que el vehículo ha desaparecido. Por el contrario, los que no obedecen y se giran antes de tiempo, ven el autobús completamente destrozado, con esqueletos en su interior y el chófer que les mira fijamente y en silencio. El autobús desaparece y la persona en cuestión fallece a los pocos días. Dicen que a partir de entonces su fantasma sube al autobús y viajará eternamente en él a causa de su desobediencia.
Desde entonces, hay quien afirma haber visto el autobús número 40 recorriendo una y otra vez la misma carretera, como si sus pasajeros aún estuvieran atrapados en un viaje sin fin. Nos cuentan que algunos viajeros han abordado el autocar sin conocer su historia y que el conductor lo primero que hace es advertirles que deben bajarse y no volver la vista atrás, o podrían quedar atrapados para siempre.
Visto lo visto, toma buena nota y si alguna noche oscura y lluviosa transitas por aquella carretera no te atrevas a subir al autobús, ya que quizás se trate del número 40 y nunca se sabe lo que te puede suceder.
Pero no acaba aquí la historia. Una variante popular de esta fábula narra que el "fantasma del autobús", era el espíritu de una joven que falleció trágicamente en un accidente en esa misma carretera. Según reza la historia, ella sube al autobús y, en algún momento del trayecto advierte al conductor sobre un peligro inminente. Si la advertencia se ignora ocurre una tragedia, pero si se presta atención el autobús y todos sus pasajeros se salvan. Algunas personas creen que el fantasma es un alma en pena que busca prevenir más muertes en el mismo lugar donde ella perdió la vida que, por cierto, no sabemos si los dos accidentes ocurrieron en el mismo lugar.
FUENTES CONSULTADAS:
*Ibáñez, José María. La Mano Negra. Anima Ignis Ediciones. Madrid. 2023.
*www.leyendasdeterror.top.
*www.infobae.com
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